Martes, 28 de junio de 2022

San Ireneo

Lecturas:

Am 3, 1-8. 4, 11-12.  El Señor Dios ha hablado, ¿quién no profetizará?

Sal
5.  Señor, guíame con tu justicia.

Mt 8, 23-27.  Se puso en pie, increpó a los vientos y al mar y vino una gran calma.

La Palabra que el Señor nos regala hoy nos habla de la fe.  Creer no es solamente saber una doctrina y cumplir unos ritos religiosos. La fe es mucho más. Lo hemos cantado en el Aleluya: Espero en el Señor, espero en su palabra.

Tener fe es vivir una historia de amor con Dios. Es haber descubierto que Dios te ama gratuitamente y empezar a responder a este Amor, que te precede y en el que te puedes apoyar para vivir la vida.

Es dejar que Dios pase cada día por tu vida y te encuentres con Él, que te ama y te busca.

Quien cree ve; ve con una luz que ilumina todo el trayecto del camino, porque llega a nosotros desde Cristo resucitado (LF 1).

Ser cristiano es ser discípulo de Cristo, es aceptar su enseñanza, es aceptarle a Él como único Señor y como único Maestro, es tratar de vivir cada día como Él vivió, con sus mismos sentimientos y actitudes.

Seguir a Jesús es una aventura. Tener fe, supone vivir en actitud de búsqueda sincera y humilde de Dios, en actitud de conocer y amar su voluntad.

Tener fe significa vivir entre la luz y la oscuridad. Vivir a la luz de Cristo, pero aceptando que la fe y la vida del hombre es un misterio que nunca acabamos de comprender. La oscuridad desaparecerá completamente en el cielo, cuando veamos a Dios tal cual es.


Mientras caminamos hacia la vida eterna hemos de vivir en la confianza en Dios. Confianza que nace de la certeza de su fidelidad: no hay nada ni nadie que pueda separarnos del amor de Dios (cf. Rom 8, 35-39).

Nos gusta tener seguridades humanas en la vida: es un signo de nuestra debilidad y de nuestra pobreza. Tener fe es fiarnos de Dios, abandonarnos en sus brazos. Todos tenemos nuestros miedos y temores.

El Señor te invita hoy a no tener miedo, a descansar en Él A invocar al Espíritu Santo, que te hará vencer el miedo, con la confianza de que la prueba no superará tus fuerzas y con la confianza de que Él está contigo. A gritar como Pedro: Señor, sálvanos, que perecemos.


¡Ven Espíritu Santo! 🔥 (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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