Martes, 26 de julio de 2022

San Joaquín y Santa Ana

Lecturas:

Jr14, 17-22.  Recuerda, Señor, y no rompas tu Alianza con nosotros.

Sal 78, 8-13.  Líbranos, Señor, por el honor de tu nombre.

Mt 13, 36-43.  Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo.”.

Escuchamos hoy la explicación de la parábola del trigo y la cizaña que nos nos plantea el misterio del mal en el mundo y en nuestro corazón, y nos habla de la paciencia de Dios.

Y es que la vida es un combate, como le dice san Pablo a Timoteo: Combate el buen combate de la fe, conquista la vida eterna, a la que fuiste llamado fe (cf. 1 Tim 6, 12); porque el diablo, como león rugiente ronda buscando a quien devorar. Resistidle firmes en la fe (cf. 1 Pe 5, 8-9).

¿Cómo hace el enemigo?

En tu corazón principalmente siembra la cizaña de la soberbia, la autosuficiencia, la rebeldía, el desencanto, la queja, la amargura… Quiere hacerte dudar del amor de Dios, hacerte creer que tus planes y tus criterios con mejores que los de Dios.

En la relación con tus hermanos siembra la cizaña de la envidia, el juicio, la murmuración, el rencor, el resentimiento… Quiere hacerte dudar de que tu hermano sea un don, para que empieces a mirarlo como un rival. Y así te va incapacitando para tener una mirada de misericordia, para mirarlo como Dios lo ve.

En la relación con tu comunidad siembra la cizaña de la rivalidad, el protagonismo, la división… Te va haciendo olvidar que los carismas los has recibido gratuitamente. Y los has recibido no para tu lucimiento personal, sino para el bien común. Te lleva a buscar tu proyecto de comunidad, y eso fácilmente te lleva a despreciar al pobre, al débil, al pecador…

Además, tú puedes vivir cada día colaborando con el cizañero, hurgando en las heridas de los demás, azuzando fuegos, ¡cargado de razones!… o puedes vivir colaborando con el Espíritu consolador, que te hace descubrir que Dios te ha dado las manos no para herir, sino para curar y ayudar; la lengua, no para maldecir, sino para alabar y consolar; el corazón, no para odiar, sino para amar y perdonar.

Yo abro brecha delante de vosotros (Cf. Miq 2, 12-13).

¡Ven Espíritu Santo! 🔥 (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

Volver a reflexiones a la Palabra de Dios