Martes, 25 de octubre de 2022

Lecturas:

Ef 5, 12-33.  Es éste un gran misterio, referido a Cristo y a la Iglesia.

Sal 127, 1-5.  Dichosos los que temen al Señor.

Lc 13, 18-21.   Creció, se convirtió en árbol.

San Pablo nos habla del matrimonio cristiano, comparándolo con la unión de Cristo y su Iglesia.

Dice el Papa Francisco (cf. Audiencia 6-V-2015), que la expresión Es este un gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia refleja la belleza del matrimonio cristiano.

Inspirado por el Espíritu Santo, Pablo afirma que el amor entre los cónyuges es imagen del amor entre Cristo y la Iglesia. Una dignidad impensable. Pero en realidad está inscrita en el designio creador de Dios, y con la gracia de Cristo innumerables parejas cristianas, incluso con sus límites, sus pecados, la hicieron realidad.

San Pablo, al hablar de la vida nueva en Cristo, dice que los cristianos —todos— están llamados a amarse como Cristo los amó, es decir «sumisos unos a otros», que significa los unos al servicio de los otros.

El sacramento del matrimonio es un gran acto de fe y de amor. testimonia la valentía de creer en la belleza del acto creador de Dios y de vivir ese amor que impulsa a ir cada vez más allá, más allá de sí mismo y también más allá de la familia misma. La vocación cristiana a amar sin reservas y sin medida es lo que, con la gracia de Cristo, está en la base también del libre consentimiento que constituye el matrimonio.

El Aleluya nos vuelve a señalar el camino de la humildad: Bendito seas, Padre, porque has revelado los misterios del reino a los pequeños.

Y el camino de la humildad y de la gratuidad es el del grano de mostaza: reconocer que todo es don de Dios, que te ama. ¡Que no dejará de amarte nunca! Y que la gracia de Dios tiene poder para renovar tu vida, tu matrimonio, tu familia.

Es reconocer que todo es gracia que precede al hombre, todo es una obra que el Señor ha de ir haciendo en ti. Y que tú has de acoger. Es el camino de la confianza y de no tener miedo a la humildad de los pequeños pasos y a descansar no en tus fuerzas, sino en el poder del Espíritu Santo.

Yo abro brecha delante de vosotros (Cf. Miq 2, 12-13).

¡Ven Espíritu Santo! 🔥 (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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