Martes, 23 de noviembre de 2021

San Clemente I

Lecturas:

Dan 2,31-45. Dios suscitará un reino que nunca será destruido, sino que acabará con todos los demás reinos.

Sal: Dan 3,57-61. Ensalzadlo con himnos por los siglos.

Lc 21, 5-11   Estad atentos para que no os engañen.

Daniel expone el sueño que ha tenido el rey y explica su significado: en la historia no cuentan solo la voluntad y el poder humanos: Dios es Señor de la historia.

Los “sabios”, “magos” y “adivinos” de Babilonia fueron incapaces de explicar el sueño. Porque hay una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria. Ninguno de los príncipes de este mundo la ha conocido…Y Dios nos lo ha revelado por el Espíritu (cf. 1 Cor 2, 8s). Dios había concedido a Daniel y a sus compañeros un conocimiento profundo… Todo es don. Todo es gracia.

Daniel traza un panorama aparentemente pesimista de la historia de la humanidad. Los diferentes reinos humanos irán cayendo, uno tras otro. Pero Dios suscitará un reino que nunca será destruido… y él durará por siempre.

Es el Reino de Dios, cuyo Rey es Jesucristo. Un reino que no es de este mundo ni funciona como los reinos mundanos. Es el reino de la santidad y la gracia, de la verdad y la vida, de la justicia, el amor, y la paz (cf. Prefacio de Cristo Rey). La piedra que destroza y sobrevive a todos los poderes es figura de Jesucristo y de su Iglesia. Roca que resistirá los ataques del mal y permanecerá hasta el fin de los tiempos:  y el poder del infierno no la derrotará (cf. Mt 16, 18),

Por eso, Jesús nos dice en el Evangelio: ¡No os dejéis engañar! ¿A qué engaño se refiere?

El Aleluya viene en nuestra ayuda. Hemos cantado un versículo del Apocalipsis (cf. Ap 2, 10): Sé fiel hasta la muerte, y te daré la corona de la vida.

Es una invitación:

- A la fidelidad, a confesar que Jesucristo es el Señor, el único Señor, y a dejar que sea Señor de tu vida, ¡de toda tu vida!

- A acoger confiadamente la Palabra de Dios y a vivir de ella. A no querer cambiarla según tus apetencias, tus criterios o las modas del mundo.

- A la conversión. A volver al Señor, a abrirte al Espíritu.

- A vivir como criatura, sin querer usurpar el lugar del Creador.

- A entrar en la historia de que Dios está haciendo contigo y a encontrarte con Él ahí, en tu vida cotidiana…

- A perseverar hasta el final. Pide el Espíritu Santo cada mañana.

A toda la tierra alcanza su pregón (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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