Martes, 18 de enero de 2022

Lecturas:

1Sm 16, 1-13.  Ungió Samuel a David y en aquel momento lo invadió el espíritu del Señor.

Sal 88, 20-28.  Encontré a David, mi siervo.

Mc 2, 23-28.  El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado.

En el evangelio, vemos cómo Jesús se proclama señor del sábado. Una afirmación que, sin duda, desconcertó a los que le escuchaban: sólo Dios es Señor del sábado, con lo cual, Jesús está diciendo que aquí hay uno que es más que David, que es verdadero Dios y verdadero hombre.

Y esto es toda una invitación a la confesión de fe para nosotros. ¿Quién es Jesús para ti?, ¿Qué lugar ocupa en tu vida?

Dicho de otra forma: ¿Quién es el Señor de tu vida? ¿Quién es el Señor de tu matrimonio, de tu consagración religiosa, de tu noviazgo, de tu sacerdocio, de tu juventud...? ¿Quién es el Señor de tu trabajo, de tu tiempo, de tu dinero, de tu diversión…?

¿A quién le preguntas cada día cómo tienes que vivir? ¿A tu corazón, herido por el pecado original? ¿A las modas del mundo?

Ser cristiano no es un mero cumplimiento de normas, es vivir enamorados de Jesucristo y dejar que Él sea el Señor de tu vida, ¡de toda tu vida!

La Palabra nos invita a entrar en la lógica de la gratuidad. Todo es don, todo es gracia. Esto lo subraya la primera lectura: la elección de David nos muestra que Dios elige sin tener en cuenta los méritos.

La elección es gratuita. Dios elige a los pequeños, a los estériles, a los incapaces, a los pobres, para que se vea que el que lleva adelante la obra de la salvación es Él.

Por eso, ¡no tengas miedo de tus pobrezas! Que ellas te lleven a la humildad, a confesar tu impotencia y a entregárselo todo al Señor. El que comenzó en ti la obra buena, él mismo la llevará a término.

Y, entonces, podemos vivir con esperanza, que descansa en la fidelidad de Dios, que no deja de amarnos nunca. Porque tenemos la certeza de que ya estamos salvados por la muerte y la resurrección de Jesucristo.

Esta salvación Jesucristo te la regala gratuitamente. No te la tienes que ganar, pero la tienes que acoger: Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti (San Agustín).

A toda la tierra alcanza su pregón (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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