Martes 16 de Febrero de 2021

Lecturas:

Gén 6, 5-8; 7, 1-5. 10.  Voy a borrar de la superficie de la tierra al hombre que he hecho.

Sal 28.  El Señor bendice a su pueblo con la paz.

Mc 8, 14-21.  Tened cuidado con la levadura de los fariseos y con la de Herodes.

Escuchamos hoy en la primera lectura el relato del diluvio universal.

Después del pecado de Adán y Eva, el de Caín y el de los contemporáneos de Noé, Dios llega a la conclusión de que el pecado del hombre es de tal magnitud que compromete la bondad de la creación: al ver el Señor que la maldad del hombre crecía sobre la tierra…, el Señor se arrepintió de haber creado al hombre en la tierra.

Jesús nos aclarará el significado de este pecado: Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé. En los días antes del diluvio, la gente comía y bebía…, cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos… Por tanto, estad en vela (cf. Mt 24, 37s).

Los hombres viven indiferentes. Dios no les interesa; los hermanos, tampoco. Siguen queriendo ocupar el lugar de Dios, traspasando los límites fijados por el Creador. La criatura sigue rebelada contra el Creador… y aparecerán los signos de la “anti-creación”: las aguas de arriba se unen a las de abajo… y todo vuelve al caos inicial.

Y es que cuando el hombre cierra su corazón al Señor y no deja actuar a su Espíritu; cuando el hombre cae en la peor de todas las idolatrías, creer que él es dios…, entonces todo se desordena: Les retiras el aliento, y expiran y vuelven a ser polvo; envías tu espíritu, y los creas, y repueblas la faz de la tierra (cf. Sal 103).

Pero Dios no se arrepiente de su obra, que es buena. Lo que le disgusta es el pecado del hombre que contamina y corrompe la creación. Y por ello, Dios decidirá hacer una nueva creación, tendrá que renovar la faz de la tierra

Sólo Noé, el justo, está atento para acoger la salvación que Dios ofrece.

Es una Palabra que nos invita a estar en vela, a vivir poniendo a Dios en el centro y dejándonos convertir por su Espíritu:  Volveos a mí y yo me volveré a vosotros, dice el Señor… y veréis cómo abro las compuertas del cielo y derramo bendición sin medida (cf. Mal 3, 7. 10).

¡Os daré un corazón nuevo!  (cf. Ez 36, 26).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

Volver a reflexiones a la Palabra de Dios