Martes, 11 de enero de 2022

Lecturas:

1 Sam 1, 9-20.  El Señor se acordó de Ana y dio a luz a Samuel.

Sal 1 Sam 2, 1.4-7.  Mi corazón se regocija por el Señor, mi salvador.

Mc 1, 21-28.  Jesús les enseñaba con autoridad.

En el comienzo de la predicación de Jesús hoy llega a Cafarnaún, y enseña en la sinagoga.

En primer lugar, llama la atención de los oyentes, que Jesús enseña con autoridad, no como los letrados. ¿Qué quiere decir esto?

Quiere decir que, como hemos cantado en el Aleluya, la palabra de Jesús no es una simple palabra humana: sino Palabra de Dios, Palabra del Señor. Por tanto, esta Palabra no es una simple opinión que si te gusta o te convence la tomas o si no la dejas.

No. Jesucristo es el Camino, la Verdad y la Vida (cf. Jn 15, 6), su Palabra es una Palabra que tiene vida eterna. Como le dijo Pedro a Jesús: Señor, ¿a quién iremos? Sólo tú tienes palabras de vida eterna ( Jn 6, 68).

Y es una Palabra que tiene poder, que cuando se proclama se cumple. Así, si tú acoges con fe esta Palabra, la verás cumplida en tu vida. ¡Si crees, verás la gloria de Dios!

Además, vemos a un hombre que tenía un demonio que, ante la presencia y predicación de Jesús, se siente amenazado por Él y le grita. Jesús le ordena callar y le manda salir.

Jesucristo puede expulsar demonios porque Él es el Señor, y para eso ha venido: para obtener la victoria definitiva sobre Satanás por su cruz y resurrección y liberar a los que por miedo a la muerte, pasan la vida entera sometidos como esclavos (cf. Heb 2, 14-15).

Los demonios nos atacan ordinariamente por medio de las tentaciones, de la soberbia y el orgullo que nos lleva a querer ocupar el lugar de Dios, de la mentira y el engaño, de la codicia y el materialismo, del odio, el resentimiento y el rencor…

Por eso, ¡no tengas miedo! Pon toda tu vida bajo el Señorío de Jesucristo Dios todo lo ha sometido bajo sus pies; Sabemos que todo el que ha nacido de Dios no peca, sino que el Engendrado de Dios lo guarda, y el Maligno no llega a tocarlo (cf. 1 Jn 5, 18).

A toda la tierra alcanza su pregón (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

Volver a reflexiones a la Palabra de Dios