Lunes, 9 de agosto de 2021

Santa Teresa Benedicta de la Cruz

Lecturas:

Os 2,16b.17b.21-22. Me casaré contigo en matrimonio perpetuo.

Sal 44. R. Escucha, hija, mira: inclina el oído.

Mt 25,1-13. ¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!

Preciosa la primera lectura, que nos muestra que la fe es una historia de amor y de salvación entre Dios y el hombre. Tener fe es haber descubierto que Dios te ama, con un amor gratuito, un amor que no te lo tienes que ganar, y empezar a responder a este amor de Dios. Tener fe es vivir así cada día.

Pero la historia de Israel, como la nuestra, está llena de infidelidades, porque fácilmente olvida al Señor y se va detrás de los ídolos. Por eso, el Señor, que ama a su pueblo, le lleva al desierto, que es el lugar ideal para buscar a Dios, para volver al amor de juventud, cuando Israel no tenía más apoyo que su Dios.

Esta es también nuestra historia. El Señor, que nos ama, nos saca al desierto, para que dejemos los ídolos. Tantas veces el Señor ha de quitarnos nuestras falsas seguridades para que volvamos a Él y sólo en Él pongamos nuestra confianza.

Y entonces habrá nuevos desposorios para siempre, sellados por la justicia y el derecho, el amor, la ternura y la fidelidad. Esta es la relación que el Señor quiere regalarte. ¡Dios es fiel y no deja de amarte nunca! El Señor es el Esposo, prendado está el rey de tu belleza, hemos cantado en el salmo. Tú eres la princesa, bellísima, porque él es tu Señor.

El Evangelio nos presenta la parábola de las diez vírgenes, invitadas a una fiesta de bodas, símbolo del Reino de los cielos. Cinco entran en la fiesta, porque, a la llegada del esposo, tienen aceite para encender sus lámparas; mientras que las otras cinco se quedan fuera, porque son necias y no han llevado aceite. ¿Qué es este ‘aceite’, necesario para ser admitidos a la fiesta?  San Agustín dice que es un símbolo del amor, que no se puede comprar, pero se recibe como don, se conserva en la intimidad y se practica en las obras. Este amor es don de Cristo, infundido en nosotros por el Espíritu Santo.

¡Ánimo! ¡Pide el don del Espíritu Santo! Que te enamore de Jesucristo, que puedas vivir este amor de juventud, de enamorado. Si vives esta historia de amor con el Señor, tendrás dentro una esperanza invencible, llevarás en tu corazón la vida eterna, llevarás como una lámpara que iluminará tu vida y con la que atravesarás la noche más allá de la muerte hasta que llegues al gran banquete del cielo.

A toda la tierra alcanza su pregón (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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