Lunes, 4 de abril de 2022

Lecturas:

Dn 13, 1-9. 15-17. 19-30. 33-62.  Ahora tengo que morir, siendo inocente.

Sal 22.  Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo.

Jn  8, 12-20. Yo soy la luz del mundo.

Hoy la Palabra de Dios nos habla de la luz. El cristiano ha sido llamado a la luz de la fe para ver las claridades de Dios: Jesús es la luz y te da la luz que te permite ver.

Como consecuencia de la herida del pecado original, vivimos tantas veces en la oscuridad. Incapaces de ver el amor de Dios en medio de nuestra historia; incapaces de encontrar sentido a nuestra vida, sobre todo cuando en ella aparece el sufrimiento...

Por eso, tantas veces vivimos cansados y agobiados, llenos de miedos e incertidumbres…, y tantas veces lo que brota de nuestro corazón es la queja, la murmuración, la protesta… signo de no ver el amor de Dios en la vida de cada día.

Y también se nota esta oscuridad en la falta de discernimiento. Por eso, a veces vivimos confundidos, desorientados, perdidos, sin encontrar el sentido de la vida, sin saber cómo hay que vivir, dejándonos llevar por el vaivén de las modas…

Cuando nos encontramos con Jesús y dejamos que Él ilumine nuestro corazón, las tinieblas se desvanecen y comenzamos a ver con claridad, aunque la amenaza de la oscuridad está siempre presente, y, por tanto, la vida cristiana es una permanente lucha entre la luz y las tinieblas.

Por ello, el Evangelio nos presenta a Jesús como la luz del mundo, la única luz que puede iluminar tu vida: Cristo es el camino, la verdad y la vida.

La Palabra hoy te invita a dejarte iluminar por Jesucristo, a que revises tu propia vida a la luz de la enseñanza de Jesucristo y de la Iglesia y veas si se ajusta a la luz que es Cristo, o si todavía quedan zonas oscuras –“territorios paganos”- llenas de tinieblas que es preciso iluminar. Caminar en la luz significa no dejarte guiar por la ceguera de tus instintos y de tus pasiones, sino vivir guiado por la Palabra de Dios.

En estos tiempos difíciles, ora con el Salmo de hoy: El Señor es mi pastor, nada me falta… Aunque camine por cañadas oscuras nada temo, porque tú vas conmigo.

 A toda la tierra alcanza su pregón (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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