Lunes, 29 de noviembre de 2021

Lecturas:

Is 2, 1-5.  No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra.

Sal 121, 1-9.  Qué alegría cuando me dijeron: vamos a la casa del Señor.

Mt 8, 5-11.  Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe.

Acabamos de comenzar el tiempo de Adviento y, en estos primeros días, la Palabra de Dios nos invita a descubrir las actitudes imprescindibles para poder acoger al Señor, para poder abrirle el corazón y dejarle entrar para que sea el Señor de tu vida, ¡de toda tu vida!

El profeta Isaías nos invita a poner al Señor en el centro. Frente a la tentación de la idolatría, de buscar la vida en el dinero, el poder, el placer, el éxito… la Palabra nos invita a caminar a la luz del Señor, él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas.

Esa fidelidad y confianza en la Palabra del Señor es lo que traerá la paz, lo que cambiará las espadas en arados... Porque todo es don, todo es gracia, todo es obra del Señor. La salvación es un don gratuito del Señor.

La certeza del amor y de la fidelidad de Dios nos hace vivir en la esperanza, porque la historia -a pesar de los combates y sufrimientos- es historia de salvación. Por eso, podemos cantar, con el Salmo: Vamos alegres a la casa del Señor.

Y esta certeza es la que tiene el centurión del Evangelio: Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Cree en el poder de la Palabra del Señor y por eso ¡ve la gloria de Dios!

Si quieres abrir la puerta de tu corazón al Señor, empieza por usar estas llaves: la fe en la Palabra del Señor, la confianza en su amor y que Él sea el centro de tu vida: ¡No adoréis a nadie más que a Él! ¡Nadie te ama como Él!

¡Pídele al Espíritu Santo poder vivir cada día ese encuentro con el Señor en tu vida!

También tú si crees, ¡verás la gloria de Dios!

A toda la tierra alcanza su pregón (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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