Lunes, 23 de mayo de 2022

Lecturas:

Hch 16, 11-15.  Lidia adoraba al verdadero Dios, y el Señor le abrió el corazón para que aceptara las palabras de Pablo.

Sal 149, 1-9.  El Señor ama a su pueblo.

Jn 15, 26-16,4.  El Espíritu de la verdad que yo os enviaré y que procede del Padre, dará testimonio.

En la primera lectura contemplamos la conversión de Lidia. La salvación de Jesús llega por primera vez a Europa, en la persona de esta mujer. La conversión es un don de Dios: el Señor le abrió el corazón para que aceptara lo que decía Pablo.

Después de la advertencia que escuchábamos el sábado en la que Jesús anunciaba a los discípulos el odio del mundo y las persecuciones, hoy, el Señor anuncia que, desde el Padre, enviará al Paráclito, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio.

El Paráclito, el Espíritu Santo, es testigo de Jesús. Es enviado a los discípulos para afianzarlos en la fe. Su testimonio es una iluminación interior.

Ese será siempre uno de los principales signos de estar acogiendo el don del Espíritu: la proclamación de que Jesucristo es el Señor de tu vida. Esa es la gran iluminación: abandonar los ídolos para dejar que Jesucristo tome posesión de tu vida, de toda tu vida, y su luz ilumine cómo has de vivir cada día

Pero el Espíritu Santo actuará también a través de los discípulos. El testimonio de los discípulos es como la manifestación externa del Espíritu Santo.

Y todo esto nos lo dice Jesús para que no os escandalicéis, porque llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios.


En medio del odio del mundo estamos llamados a dar testimonio de Jesucristo. Pero no en nuestras fuerzas, sino en el poder del Espíritu: recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta el confín de la tierra (cf. Hch 1, 8).

Que en este tiempo de gracia tú también puedas cantar el cántico nuevo. Porque aunque no entiendes muchas cosas, tienes Luz en tu vida; tienes el Espíritu de Jesucristo que certifica en tu corazón que no hay nada ni nadie que te pueda separar del amor de Dios y que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien (cf. Rom 8).

A toda la tierra alcanza su pregón  (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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