Lunes 22 de Marzo de 2021

Lecturas:

Dn 13, 1-9. 15-17. 19-30. 33-62.  Ahora tengo que morir, siendo inocente.

 Sal 22.  Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo.

Jn 8, 1-11.  El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.

En las últimas semanas la Palabra de Dios nos ha enseñado que uno de los problemas más graves que tiene el hombre de hoy es la soberbia existencial. Verdadera carcoma del alma que nos lleva a alejarnos cada vez más de Dios y a dejar que se endurezca el corazón.

Por es, comenzamos la Cuaresma con la imposición de la ceniza. Signo que quiere recordarte que tú no eres dios. Que tú no eres el Creador, sino la criatura; que tú no eres el Señor, sino el siervo; que tú no eres el Maestro, sino el discípulo.

Y por eso, comenzamos un camino de conversión, empezando en el desierto, hasta llegar a la Pascua, al encuentro con Jesucristo vivo y resucitado que te regala la salvación como un don gratuito.

La salvación es un don gratuito que Jesucristo nos regala. Pero este don gratuito lo podemos acoger o rechazar. Este es el misterio y el drama de la libertad. Y esta es la conversión profunda a la que estamos llamados cada día: dejar que Jesucristo sea Señor de toda tu vida o vivir en la idolatría.

El Evangelio nos muestra algunos signos de estar acogiendo el don gratuito de la salvación: vivir en la verdad y vivir en la misericordia.

El que va acogiendo la salvación rechaza el pecado, pero salva al pecador. No llama “bien” a lo que Dios dice que está mal. No vive en el relativismo, ni el egocentrismo de creer que uno es dueño del bien y del mal, ni vive siguiendo el vaivén de las modas de la sociedad.

Vive escuchando la voz del Señor, abierto a su Espíritu, dócil a su Palabra… fomentando el bien y la virtud... pero no juzga ni condena, sino que perdona, ayuda, salva al pecador, porque Dios no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva…

Además, vive en la humildad. Precisamente porque sabe que todo es don, que todo es gracia… por eso, puede acercarse al otro con misericordia. Es decir, mirando al otro como lo mira Dios. Por eso, el que esté limpio de pecado que le tire la primera piedra.

En estos tiempos difíciles, ora con el Salmo de hoy: El Señor es mi pastor, nada me falta… Aunque camine por cañadas oscuras nada temo, porque tú vas conmigo.

¡Os daré un corazón nuevo!  (cf. Ez 36, 26).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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