Lunes, 20 de septiembre de 2021

San Andrés Kim Taegon y San Pablo Chong Hasang

Lecturas:

Esd 1,1-6. Los que pertenezcan al pueblo del Señor, que suban a Jerusalén para reedificar el templo del Señor.

Sal 125,1-6. El Señor ha estado grande con nosotros.

Lc 8,16-18. El candil se pone en el candelero para que haya luz

El libro de Esdras nos cuenta el regreso a Israel de los deportados en Babilonia, después del edicto del rey Ciro, tras cincuenta años de exilio.

Es una palabra que nos llena de esperanza: nos dice que Dios es uno y que no hay otros dioses fuera de Él. Que es Señor de la Historia. Que nada sucede por casualidad, que todo forma parte de un plan más grande, que sólo Él conoce y lleva adelante. Que Dios es fiel.

Por eso, misteriosamente, Dios ha elegido a Ciro, un pagano ajeno a pueblo de Israel, que va a ser el ungido de Dios para liberar a su pueblo. Dios escoge sus instrumentos de salvación donde quiere.

El Espíritu Santo sopla donde quiere (cf. Jn 3, 5-8), y actúa también en personas que no le conocen.

Dios lleva la historia, y es Historia de amor y de salvación. ¡¡¡Nada nos podrá separar del amor de Dios!!!

Pero el que regresa del exilio no es ni un individuo aislado ni una masa anónima. No. Es un pueblo, es el ¡pueblo de Dios!

Dios te ha elegido por amor, te ha llamado, te ha dado el don de la fe no para que la vivas de un modo solitario, individualista. No. Te ha llamado a formar parte de su pueblo, a vivir la fe en la Iglesia, en una comunidad concreta.

Este pueblo tiene una llamada, un camino y una meta.

Una llamada: la fe es un don, no una conquista ni un privilegio; por eso, ni se esconde debajo de la cama ni se vive en la oscuridad del miedo o del elitismo. No. Se agradece y se testimonia: nadie que ha encendido una lámpara, la tapa con una vasija. Pues al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener. Crece dándola. Y si la escondes… Si el grano de trigo no cae en tierra…

Un camino: el antiguo pueblo de Israel descansaba sobre la Ley, el sacerdocio y el templo. El nuevo Israel descansa sobre la oración, escuchar la enseñanza de la Palabra y de los Apóstoles, la Eucaristía y la comunión eclesial (cf. Hch 2, 42).

Y una meta: el cielo, la vida eterna…

A toda la tierra alcanza su pregón (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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