Lunes, 20 de marzo de 2023

San José, esposo de la Bienaventurada Virgen María

Lecturas:

2S 7, 4-5. 12-14.16. El Señor Dios le dará el trono de David su padre.

Sal 88, 2-5.27.29. Su linaje será perpetuo.

Rm 4, 13.16-18.22. Apoyado en la esperanza, creyó contra toda esperanza.

Mt
1,16.18-21. 24. José hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.

Celebramos hoy la solemnidad de San José, esposo de la Virgen María, patrono de la Iglesia universal.

José es un modelo de fe, heredero de la fe de Abraham: se fio de Dios e hizo todo lo que le había mandado el ángel del Señor, dejando que Dios llevara su historia, según sus misteriosos caminos.

El Papa Francisco nos lo ha recordado hermosamente: También a través de la angustia de José pasa la voluntad de Dios, su historia, su proyecto. Así, José nos enseña que tener fe en Dios incluye además creer que Él puede actuar incluso a través de nuestros miedos, de nuestras fragilidades, de nuestra debilidad. Y nos enseña que, en medio de las tormentas de la vida, no debemos tener miedo de ceder a Dios el timón de nuestra barca. A veces, nosotros quisiéramos tener todo bajo control, pero Él tiene siempre una mirada más amplia. (cf. Patris corde 2).

José vivió su misión de una manera humilde y discreta. No quiso protagonismos, no le robó la gloria a Dios, y te invita a acoger y aceptar la misión que el Señor te encomienda, con alegría, humildad y fidelidad, todo para la gloria de Dios.

Y así estamos llamados a vivir nosotros: acogiendo el don de la fe y viviendo con ánimo agradecido, como hemos cantado en el salmo: Cantaré eternamente las misericordias del Señor, anunciaré tu fidelidad por todas las edades.

Él recibió de Dios el encargo de hacer en esta tierra las veces de padre de Jesús, misión que cumplió con fidelidad.

Esta paternidad, no se limita a Jesús, sino que se extiende a toda la Iglesia, pues Ella continúa en este mundo la misión salvadora de Cristo.

San José cuida de la Iglesia como cuidó de Jesús librándolo de las manos de Herodes; y sigue protegiéndonos. A él le encomendamos la Iglesia universal y cada una de nuestras realidades eclesiales.

San José es también abogado de la buena muerte. La Iglesia nos anima a prepararnos para la hora de nuestra muerte, pues de nada le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde su alma (cf. Mt 16, 26).

      Yo abro brecha delante de vosotros (Cf. Miq 2, 12-13).

       ¡Ven Espíritu Santo! 🔥 (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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