Lunes, 19 de Abril de 2021

Lecturas:

Hch 6,8-15.  No lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba.

 Sal 118.  Dichoso el que camina en la voluntad del Señor.

Jn 6,22-29.  Trabajad no por el alimento que perece sino por el alimento que perdura para la vida eterna.

En el Evangelio contemplamos a la gente que, después del milagro de la multiplicación de los panes busca a Jesús, que les dice: me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros.

Con esta respuesta, Jesús les dice que no le buscan a Él, sino los beneficios que podían obtener de Él. En definitiva, una búsqueda interesada y egoísta que no puede acabar bien, porque no nace del amor, sino del interés: en el fondo se buscan a sí mismos, no a Él. En el fondo, con esta actitud, Jesucristo es más usado que amado.

Más importantes que los dones es el Don mismo, que es el Señor y el Espíritu Santo.

Y hoy, te hace el Señor la misma pregunta: ¿Por qué buscas a Jesús?, ¿Qué esperas de él?

Porque también nosotros podemos caer en la trampa de desear más las cosas de Jesús, que a Jesús mismo; quedarnos en mendigar las migajas que caen de la mesa, cuando el Señor lo que quiere es llenar toda tu vida, hacerse uno contigo.

El Señor no te llama a ser mendigo, sino hijo, discípulo y amigo.

Por eso, el Señor te invita a tener una mirada de fe: Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre.

Una mirada de fe que te lleva a descubrir, por una parte, que la meta de tu vida es el cielo, que de nada le sirve a uno ganar el mundo entero, si se pierde su alma (cf. Mt 16, 26) y, por otra, que sólo Dios puede llenar tu vida de sentido y de plenitud. Los ídolos siempre te dejarán insatisfecho.

Una mirada de fe que, en estos tiempos de dificultad, te ayude a confiar y a descansar en el Señor; a ver que Él está contigo todos los días.

Y ¿qué hemos de hacer? Respondió Jesús: «La obra que Dios quiere es ésta: que creáis en el que él ha enviado. Esa es la clave: dejar que Jesucristo sea Señor de tu vida, de toda tu vida.

¡Os daré un corazón nuevo!  (cf. Ez 36, 26).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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