Lunes, 18 de julio de 2022

Lecturas:

Miq 6, 1-4. 6-8.  Hombre, se te ha hecho saber lo que el Señor quiere de ti.

Sal 49.  Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.

Mt 12, 38-42.  Cuando juzguen a esta generación, la reina del sur se levantará.

Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor, no endurezcáis el corazón…

Este versículo del Aleluya, nos invita a estar siempre en vela. Porque esta es la gran tentación con la que el maligno te asedia continuamente: que se endurezca tu corazón:


- para que pierdas la memoria de lo que el Señor ha hecho y está haciendo contigo, y así acabes atrapado en el miedo, la impotencia y la desesperanza;

- para que seas incapaz de escuchar la voz de Dios que te habla a través de su Palabra y de los acontecimientos de la Historia, y así esa falta de escucha te lleve a una profunda soledad poblada de aullidos;

- para que no puedas ver que el Señor está contigo y pelea por ti, y eso te lleve a vivir acobardado y en un desánimo permanente;

- y todo ello, para hacerte dudar del amor de Dios, hacerte dudar de que Dios te ama y su amor se manifiesta en tu vida cada día.

Y entonces, poco a poco, tú fe se irá apagando, que es lo que quiere el maligno: robarte la fe…

Por eso, todos los días la Iglesia nos invita a comenzar la oración con este salmo: Ojalá… No endurezcáis vuestro corazón. Nos invita a reavivar el don de Dios.

A la debilidad no hay que tenerle miedo, pero a la dureza de corazón, sí.

Por eso, en el Evangelio, dice Jesús de su generación que es perversa y adúltera que exige una señal; le exigen un milagro.

El que exige milagros, en el fondo es que no ve nada, es que le faltan los ojos de la fe.

Porque toda tu vida es un milagro. Sí, un milagro. ¿Está o no está el Señor en medio de tu vida?

Por eso, no hay que exigir milagros. No. Busca a Jesucristo Resucitado, el Amor de tu alma. Lo demás, se te dará por añadidura. Cuando Él quiera y como Él quiera.

Porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene; por eso, el Espíritu Santo intercede por nosotros con gemidos inefables.

Lo único que has de hacer es esperar en silencio y confiar en Dios, que te ama, y abrirte a la acción del Espíritu. También en tu vida el Señor se va a cubrir de gloria a costa del Faraón.

La fe se vive en la gratuidad y en la confianza, y se expresa en la alabanza.

Yo abro brecha delante de vosotros (Cf. Miq 2, 12-13).

¡Ven Espíritu Santo! 🔥 (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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