Lunes, 16 de mayo de 2022

Lecturas:

Hch 14, 5-18.  Os anunciamos la Buena Noticia para que, abandonando vuestros dioses vacíos, os convirtáis al Dios vivo.

Sal 113 b, 1-4.15-16.  No a nosotros, Señor, sino a tu nombre da la gloria.

Jn 14, 21-26.  El que ama se mantendrá fiel a mis palabras. Mi Padre lo amará.

La Palabra que el Señor nos regala hoy nos invita a la conversión: os predicamos el Evangelio, para que dejéis los ídolos vanos y os convirtáis al Dios vivo.

Pablo y Bernabé son aclamados como si fueran dioses como reacción a la curación de un lisiado. Los habitantes de Listra no han entendido nada: han interpretado el milagro como signo de poder, cuando en realidad es un signo de amor con el que el Señor acredita la predicación del Evangelio, su mensaje de gracia.

Y le han robado la gloria a Dios para dársela a Pablo y a Bernabé. Por eso, también el Salmo nos dice: No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria.

Esto también nos puede pasar hoy a nosotros: que acabemos robándole la gloria a Dios y creamos que todo lo que somos y tenemos es una obra nuestra. Y por ello, vivamos en la vanidad, en la presunción y en la vanagloria.

Por ello necesitamos el Espíritu Santo, que será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho. ¿Qué quiere decir esto?

El Espíritu Santo vendrá, nosotros lo conoceremos, estará con nosotros para siempre, permanecerá con nosotros; nos lo enseñará todo y nos recordará todo lo que Cristo nos ha dicho y dará testimonio de Él; nos conducirá a la verdad completa y glorificará a Cristo (cf. Catecismo 729).

Cuando nos abrimos a la acción del Espíritu experimentamos la presencia gozosa del Espíritu consolador que nos lleva a vivir en un cántico de alabanza, porque el que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.

Que esta presencia que te hace pasar de la soledad a la comunión con Dios –Padre, Hijo y Espíritu Santo y a la comunión de los santos, puedas gozarla especialmente en este tiempo de gracia.

Cuando nos cerramos a la acción del Espíritu y queremos vivir en la autosuficiencia, nuestra vida termina convertida en una soledad poblada de aullidos (cf. Dt 32, 10).

A toda la tierra alcanza su pregón  (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

Volver a reflexiones a la Palabra de Dios