Lunes 15 de Febrero de 2021

Lecturas:

Gén 4, 1-15. 25.  Caín atacó a su hermano Abel y lo mató.

Sal 49.  Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza.

Mc 8, 11-13.  ¿Por qué esta generación reclama un signo?

La Palabra continúa mostrándonos las consecuencias del pecado original.

Dice Benedicto XVI que cuando se desvirtúa la relación con Dios, con una mentira, poniéndose en su lugar, todas las demás relaciones se ven alteradas.

Entonces el otro se convierte en un rival, en una amenaza: Adán, después de ceder a la tentación, acusa inmediatamente a Eva; los dos se esconden de la mirada de aquel Dios con quien conversaban en amistad; el mundo ya no es el jardín donde se vive en armonía, sino un lugar que se ha de explotar y en el cual se encubren insidias; la envidia y el odio hacia el otro entran en el corazón del hombre: ejemplo de ello es Caín que mata al propio hermano Abel.

Al ir contra su Creador, en realidad el hombre va contra sí mismo, reniega de su origen y por lo tanto de su verdad; y el mal entra en el mundo, con su penosa cadena de dolor y de muerte. Cuanto Dios había creado era bueno, es más, muy bueno; después de esta libre decisión del hombre a favor de la mentira contra la verdad, el mal entra en el mundo.

 Ignorar que el hombre posee una naturaleza herida, inclinada al mal, da lugar a graves errores en el dominio de la educación, de la política, de la acción social (cf. CA 25) y de las costumbres (cf. Catecismo 407).

Especialmente la Palabra nos llama la atención sobre la envidia, la indiferencia y la venganza.

De la envidia dice el Catecismo (cf. 2359s) que manifiesta la tristeza experimentada ante el bien del prójimo y el deseo desordenado de poseerlo, aunque sea en forma indebida… Procede con frecuencia del orgullo.

Impresiona la indiferencia de Caín: ¿soy yo el guardián de mi hermano?». Siendo todos hijos de Dios, cada hombre es prójimo para el otro.

La venganza es la justicia del hombre sin esperanza.  En el Sermón de la Montaña, el Señor recuerda el precepto: “No matarás”, y añade el rechazo absoluto de la ira, del odio y de la venganza (cf. Catecismo 2262).

¡Os daré un corazón nuevo!  (cf. Ez 36, 26).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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