Lunes, 10 de mayo de 2021
San Juan de Ávila
Lecturas:
Hch 16, 11-15. Lidia adoraba al verdadero Dios, y el Señor le abrió el corazón para que aceptara las palabras de Pablo.
Sal 149, 1-9. El Señor ama a su pueblo.
Jn 15, 26-16,4. El Espíritu de la verdad que yo os enviaré y que procede del Padre, dará testimonio.
En la primera lectura contemplamos la conversión de Lidia. La salvación de Jesús llega por primera vez a Europa, en la persona de esta mujer. La conversión es un don de Dios: el Señor le abrió el corazón para que aceptara lo que decía Pablo.Después de la advertencia que escuchábamos el sábado en la que Jesús anunciaba a los discípulos el odio del mundo y las persecuciones, hoy, el Señor anuncia que, desde el Padre, enviará al Paráclito, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio.
El Paráclito, el Espíritu Santo, es testigo de Jesús. Es enviado a los discípulos para afianzarlos en la fe. Su testimonio es una iluminación interior.
Ese será siempre uno de los principales signos de estar acogiendo el don del Espíritu: la proclamación de que Jesucristo es el Señor de tu vida. Esa es la gran iluminación: abandonar los ídolos para dejar que Jesucristo tome posesión de tu vida, de toda tu vida, y su luz ilumine cómo has de vivir cada día
Pero el Espíritu Santo actuará también a través de los discípulos. El testimonio de los discípulos es como la manifestación externa del Espíritu Santo.
Y todo esto nos lo dice Jesús para que no os escandalicéis, porque llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios.
En medio del odio del mundo estamos llamados a dar testimonio de Jesucristo. Pero no en nuestras fuerzas, sino en el poder del Espíritu: recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta el confín de la tierra (cf. Hch 1, 8).
Que en este tiempo de dificultad y de gracia tú también puedas cantar el cántico nuevo. Porque aunque no entiendes muchas cosas, tienes Luz en tu vida; tienes el Espíritu de Jesucristo que certifica en tu corazón que no hay nada ni nadie que te pueda separar del amor de Dios y que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien (cf. Rom 8).
¡Os daré un corazón nuevo! (cf. Ez 36, 26).
¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).