Lunes 1 de Marzo de 2021

Lecturas:

Dn 9, 4b-10.  Nos abruma la vergüenza porque hemos pecado contra ti.

Sal 78, 8-11.13.  Señor, no nos trates como merecen nuestros pecados.

Lc 6, 36-38.  Perdonad y seréis perdonados. La medida que uséis la usarán con vosotros.

En nuestro camino hacia la Pascua, hoy la Palabra te invita a ver cómo va tu conversión. Y para ello te invita a ver si vas dejando que el Espíritu Santo te cambie el corazón. Un signo de conversión es ver si va apareciendo en ti un corazón lleno de misericordia.

La fe no es una teoría que se aprende, sino una Vida. Una Vida que, en la medida que la acogemos, va transformándonos por dentro.

Sí, no se trata de cirugía estética, sino de un verdadero trasplante de corazón: que te dé un corazón nuevo, lleno de misericordia, como el de Dios.

¿A qué nos invita el Evangelio?

- A ser compasivos: No puedes vivir en la indolencia, ni en el pasotismo, ni en la indiferencia: sufre con el otro. Escucha, acompaña, sirve, ora por y con el otro.

- A no juzgar: A veces no puedes evitar que aparezca el juicio como tentación, pero ¡combátela! ¡Recházala! Recuerda que, como mucho, puedes ver las apariencias, pero no sabes lo que hay en el corazón del otro.

- A no condenar: Dios tiene paciencia contigo. No deja de amarte nunca. ¡Haz tu lo mismo!

- A perdonar: Poder perdonar las ofensas recibidas es uno de los signos más elocuentes de tener en el corazón el Espíritu del Señor.

Perdonar no significa minimizar un pecado cometido contra nosotros o “enterrarlo”.

El perdón significa más bien que yo reconozco haber sido ofendido, pero que elijo poner esta ofensa en las manos de Dios. Elijo renunciar a mi derecho a retener eso en mi corazón contra la otra persona y entrego a Dios la ofensa recibida para que Él sea el juez.

El perdón no significa someterse a una situación de peligro o de injusticia. No está reñido con el derecho a defenderse ni con el deber de proteger a los inocentes.

Sólo el Espíritu Santo puede hacer que tengamos los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús. Así, el perdón se hace posible, perdonándonos mutuamente “como” nos perdonó Dios en Cristo (cf. Ef 4, 32).

No está en nuestra mano no sentir ya la ofensa y olvidarla; pero el corazón que se ofrece al Espíritu Santo cambia la herida en compasión y purifica la memoria transformando la ofensa en intercesión (cf. Catecismo 2842s).

¡Os daré un corazón nuevo!  (cf. Ez 36, 26).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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