Lunes, 1 de agosto de 2022

Lecturas:

Jer 28, 1-17. Jananías, el Señor no te ha enviado, y tú has inducido al pueblo a una falsa confianza.

Sal 118. Instrúyeme, Señor en tus decretos.

Mt 14, 13-21  Dadles vosotros de comer.

En la Biblia aparecen numerosos profetas. Pero muchos de ellos son falsos profetas. Hace unas semanas contemplábamos la lucha del profeta Elías contra los falsos profetas de los Baales.

Por ello, no podemos quedarnos solo en las palabras bonitas o en los signos espectaculares que puedan hacer. Es necesario discernir: Hay que invocar al Espíritu Santo para que nos de el don de consejo, ese “olfato” del Espíritu que nos ayuda a distinguir lo que viene del Señor de lo que parece que viene del Señor, pero que, en realidad viene del mal espíritu.

El falso profeta no habla la Palabra del Señor, sino la suya. No busca la gloria de Dios, sino que pretende robársela buscando su propio protagonismo y la adulación de las gentes.

El falso profeta no genera una auténtica confianza en el Señor. Lleva a un catastrofismo habitado por un miedo paralizante, o a un optimismo ingenuo habitado por una falsa confianza que no invita a la verdadera conversión.

El verdadero profeta llama a la conversión y es generador de esperanza y de confianza en el Señor. Nuestro descanso no está en “saber” lo que va a ocurrir. No. Nuestro descanso está en que recibiréis el Espíritu Santo… y Él os dará fuerza para ser mis testigos… hasta los confines de la tierra (cf. Hch 1, 4s).

Nuestra confianza nace de la certeza de que no hay nada ni nadie que nos pueda separar del amor de Dios… y de que para los que aman a Dios todo acontece para su bien (cf. Rom 8)

Yo abro brecha delante de vosotros (Cf. Miq 2, 12-13).

¡Ven Espíritu Santo! 🔥 (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

Volver a reflexiones a la Palabra de Dios