Jueves, 30 de septiembre de 2021

San Jerónimo

Lecturas:

Ne 8, 1-4. 5-6. 7b-12.  Esdras abrió el libro de la Ley, y bendijo al Señor, y todo el pueblo respondió: “Amén, amén”.

Sal 18.  Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón.

Lc 10 1-12.  Descansará sobre ellos vuestra paz.

La Palabra de Dios que proclamamos hoy nos habla de la misión. La Iglesia existe para el anuncio del Evangelio. Es misionera no por iniciativa propia, sino por un mandato del Señor: designó el Señor otros setenta y dos, y los mandó delante de él, de dos en dos.

El número de setenta y dos puede ser un signo de la universalidad de la evangelización. Según Gn 10, setenta y dos son las naciones paganas.

Jesús envía a sus discípulos para que anuncien el Reino de Dios. Son enviados de dos en dos, pues tienen que actuar como testigos. Ellos van delante del Señor: son sus pregoneros y tienen que preparar su llegada.

La mies es mucha: Los hombres son comparados con una mies que ha de recogerse en el Reino de Dios. Dios es el dueño de la mies: La acogida en su Reino de Dios es obra y gracia suya. Él da también las vocaciones de los discípulos. Por eso invita Jesús a orar para que el dueño de la mies mande nuevos obreros a proclamar la Buena Noticia.

La oración por los obreros de la mies mantiene despierta en los discípulos la conciencia de haber sido llamados y enviados por la gracia de Dios, no por sus cualidades o sus méritos.

Los envió como corderos en medio de lobos, porque la tarea de la evangelización no es fácil, y las tinieblas tratarán de apagar la luz. Pero no importa, los discípulos no han de confiar en sí mismos, en su poder o en sus fuerzas: su fuerza y su poder es el Señor, que es quien les envía; Él les precede, les acompaña, les defiende y lucha en el corazón de cada uno de los que les escucha.

Los envió sin alforja ni sandalias, sin ninguna seguridad humana; el descanso, la seguridad y el mensaje del discípulo serán la paz y la Palabra del Maestro. No es necesario llevar nada. Dios será su única seguridad.  

Los envió a anunciar la cercanía del Reino de Dios. El estilo de misionar es sencillo: ir de casa en casa dando la paz. Esta paz no es sólo un saludo, sino el don de la salvación, la Buena Noticia de Jesucristo.

El Señor nos invita a orar porque la mies es mucha y los obreros son pocos.

El Señor te llama a ti. Tú estás llamado a ser testigo, a ser misionero, a ser luz para tu familia, tus amigos, tus compañeros, tus vecinos… ¡No tengas miedo! ¡Confía en el Señor!

A toda la tierra alcanza su pregón (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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