Jueves, 3 de marzo de 2022

Lecturas:

Dt 30, 15-20.  Hoy te pongo delante bendición y maldición… Elige la vida, y vivirás tú y tu descendencia.

Sal 1, 1-6.  Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.

Lc 9, 22-25.  El que pierda su vida por mi causa, la salvará.

A lo largo de estos días cuaresmales, la Palabra de Dios nos va proponer un camino de crecimiento en la fe para que te encuentres con Jesucristo vivo y resucitado que quiere darte vida ¡y vida en abundancia!

Comienza la primera lectura con una invitación a tomarte la vida en serio: Dios te ha creado libre, pero la libertad tiene consecuencias. No da lo mismo elegir el bien, que elegir el mal.

La vida no es un juego. Te puedes perder: ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se perjudica a sí mismo? Hay uno que tiene mucho interés en que te pierdas: Sed sobrios. Velad. Vuestro adversario, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar. Resistidle firmes en la fe (cf. 1 Pe 5, 8-9).

Para saber elegir has de ir por el camino de la humildad. Ayer nos lo recordaba el signo dela ceniza: Recuerda que eres polvo. Es decir, Recuerda que tú no eres dios.

Para saber elegir, necesitas el Espíritu Santo. ¡Pídelo! Necesitas que avive en ti el don de consejo, para conocer cuál es la voluntad de Dios para tu vida.

Sí. La voluntad de Dios. Porque si quieres ser discípulo...: El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo.

Y el salmo nos ha mostrado tres actitudes que nos ayudan a ser discípulos.

No seguir el consejo de los impíos. Es decir, vivir cada día con la certeza de que Dios te ama y está en medio de tu vida, de que no hay nada ni nadie que pueda separarte del amor de Dios.

No entrar por la senda de los pecadores. Es decir, vivir con espíritu de conversión; no permanecer obstinado en el pecado, sino levantarse y seguir el camino.

No sentarse en la reunión de los cínicos. Es decir, no vivir en la murmuración sino en la alabanza, porque puedes ver al Señor en medio de tu vida.

A toda la tierra alcanza su pregón (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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