Jueves, 27 de octubre de 2022

Lecturas:

Ef 6, 10-20.  Tomad las armas de Dios para poder manteneros firmes después de haber superado todas las pruebas.

Sal 143.  ¡Bendito el Señor, mi alcazar!

Lc 13, 31-35. No cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén.

Todos tenemos la experiencia de que la vida es un duro combate. Nos lo ha recordado san Pablo en la primera lectura: cada día hemos de afrontar las asechanzas del diablo, que trata de hacer fracasar el designio salvífico de Dios sobre ti.

Después del pecado original, la naturaleza humana ha quedado debilitada e inclinada al mal (cf. Catecismo, 405s). Por eso, la vida del hombre es un combate, una dura batalla que durará hasta el último día. Por eso, a la Iglesia que en este mundo lucha y camina hacia la meta del cielo, la llamaos Iglesia militante.

Pero un combate en una guerra que ya está ganada. Jesucristo, con su muerte y resurrección, ha derrotado al diablo para siempre.

Y hoy, la Palabra nos muestra cuáles son las armas que hemos de usar para poder vencer con Cristo.

Buscad vuestra fuerza en el Señor y en su invencible poder. Todo es don, todo es gracia. Nunca vencerás solo con tus fuerzas: mi fuerza y mi poder es el Señor.

Tomad las armas de Dios. ¿Cuáles son estas armas? San Pablo utiliza la descripción del uniforme de un soldado de su época. Comentamos algunas.

Ceñid la cintura con la verdad. Vivir en la verdad es fundamental. Por la mentira se cuela el padre de la mentira, Satanás. En cambio todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios (cf. Jn 3, 20-21).

Revestid la coraza de la justicia. La justicia es hacer la voluntad de Dios.

Embrazad el escudo de la fe… y empuñad la espada del Espíritu que es la palabra de Dios. A las insidias del enemigo se le combate agarrándose a la Palabra de Dios, que es viva y eficaz y descansando en la fe de la Iglesia, que defiende de los falsos profetas: Queridos míos: no os fieis de cualquier espíritu, sino examinad si los espíritus vienen de Dios, pues muchos falsos profetas han salido al mundo (cf. 1 Jn 4, 1).

Poneos el casco de la salvación. Con la certeza de que esta guerra está ganada ya por Jesucristo. Y con la seguridad de que no hay nada ni nadie que pueda separarnos del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús (cf. Rom 8).

Y todo ello no de una manera solitaria, sino en comunidad, con los hermanos que el Señor te ha dado como un don y una ayuda para este combate: Siempre en oración y súplica, orad en toda ocasión en el Espíritu, velando juntos con constancia, y suplicando por todos los santos.

Yo abro brecha delante de vosotros (Cf. Miq 2, 12-13).

¡Ven Espíritu Santo! 🔥 (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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