Jueves, 26 de mayo de 2022

San Felipe Neri

Lecturas:

Hch 18, 1-8.  Se quedó a vivir y a trabajar en su casa, y discutía en la sinagoga.

Sal 97.  El Señor revela a las naciones su salvación.

Jn 16, 16-20.  Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría

En la primera lectura contemplamos a san Pablo en Corinto, donde es acogido por los esposos Priscila y Áquila, judíos que habían abrazado la fe cristiana en Roma, y que habían tenido que huir porque Claudio había decretado que todos los judíos abandonasen Roma.

Ahora se encuentran con san Pablo, quien no sólo compartía con ellos la fe en Jesús, el Mesías, el Cristo, sino que además era apóstol

Este matrimonio desempeñó un papel muy activo en los orígenes de la Iglesia. Con este motivo, Benedicto XVI les dedicó una hermosa catequesis.

Este matrimonio acogía en su propia casa al grupo de los cristianos del lugar, cuando se reunían para escuchar la palabra de Dios y para celebrar la Eucaristía. Ese tipo de reunión en español se llama Iglesia, que quiere decir asamblea, reunión. Así en casa de Áquila y Priscila se reúne la Iglesia.

Dice Benedicto XVI que este matrimonio demuestra la importancia de la acción de los esposos cristianos. Cuando están sostenidos por la fe y por una intensa espiritualidad, su compromiso valiente por la Iglesia y en la Iglesia resulta natural.

La comunión diaria de su vida se prolonga y en cierto sentido se sublima al asumir una responsabilidad común en favor del Cuerpo místico de Cristo, aunque sólo sea de una pequeña parte de este. Así sucedió en la primera generación y así seguirá sucediendo.

Honramos a Áquila y Priscila como modelos de una vida conyugal responsablemente comprometida al servicio de toda la comunidad cristiana. Y vemos en ellos el modelo de la Iglesia, familia de Dios para todos los tiempos.

Dice el papa Francisco que para que esta realidad de la asamblea de Jesús esté viva en el hoy, es indispensable reavivar la alianza entre la familia y la comunidad cristiana. 

Que en este tiempo de gracia puedas vivir la presencia del Señor en tu vida, en tu historia, para que puedas ver cómo tu tristeza se convierte en alegría.

A toda la tierra alcanza su pregón (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

Volver a reflexiones a la Palabra de Dios