Jueves, 25 de noviembre de 2021

Santa Catalina de Alejandría

Lecturas:

Dan 6, 12-28.  Dios envió a su ángel a cerrar las fauces de los leones.

Salmo Dan 3, 68-74.  ¡Ensalzadlo con himnos por los siglos!

Lc 21, 20-28.  Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que alcancen su plenitud los tiempos de los gentiles.

Hoy contemplamos a Daniel en el foso de los leones. Daniel es espiado víctima de unos hombres que le sorprendieron orando y suplicando a su Dios. Y como ello estaba prohibido por la ley de los medos y persas, Daniel será denunciado, y a pesar de que el rey se puso a pensar cómo salvar a Daniel acabará arrojándolo al foso de los leones.

Pero el ángel del Señor acampa en torno a sus fieles y los protege, Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él… Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias; el Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos. Aunque el justo sufra muchos males, de todos lo libra el Señor (cf. Sal 33, 9. 18-20). Y así Mi Dios envió a su ángel a cerrar las fauces de los leones, y no me han hecho ningún daño.

Es una Palabra que nos invita a vivir en la esperanza, porque Dios es fiel y cumple sus promesas. Porque todo está previsto por el Señor, que escribe recto con renglones torcidos.

Y que hace que la historia no sea fruto de la casualidad, de la fatalidad del destino o de maniobras de fuerzas oscuras, sino Historia de amor y de salvación en la que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien. Porque Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?... ¿Quién acusará a los elegidos de Dios?…  ¿Quién condenará? … ¿Quién nos separará del amor de Cristo? (cf. Rom 8, 28s).

No estamos llamados a vivir angustiados… desfallecidos por el miedo y la ansiedad. No hemos de quedarnos mirándonos nuestras heridas, atrapados por el miedo y la desconfianza, sobrecogidos por las embestidas del mal.

¡Levantaos, alzad la cabeza! ¿Para qué? Para mirar al Señor, al Salvador, al Rey de reyes… Para que pongas tu confianza en el Señor y te dejes llevar por Él. Nos lo decía también el evangelio de ayer: ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.

Para que vivas con la certeza de que esta guerra está ganada. Ya la ha ganado Jesucristo con su muerte y resurrección.

A toda la tierra alcanza su pregón (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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