Jueves, 22 de Abril de 2021

Lecturas:

 Hch 8, 26-40.  Siguió su viaje lleno de alegría.

Sal 65, 8-9.16-17.20.  Aclama al Señor, tierra entera.

Jn 6, 44-51.  Yo soy el pan de vida bajado el cielo.

La Palabra continúa mostrándonos cómo la Iglesia naciente va cumpliendo el mandato de Jesús: Id y anunciad el Evangelio… (cf. Mt 28, 19; Mc 16, 15) y vemos cómo el Espíritu Santo es el que lleva la evangelización.

Primero se sirve de la persecución que llega con ocasión del martirio de Esteban para hacer llegar el Evangelio a Samaria. Hoy, vemos como suscita en Felipe el acercarse a este etíope que regresa de Jerusalén. Mañana veremos cómo ilumina a Saulo y lo transforma en Pablo, convirtiéndolo en el Apóstol de los gentiles.

¿Qué nos dice hoy esta Palabra a nosotros?

Que todo es gracia. Es el Espíritu Santo el que dirige la evangelización y, por tanto, el que la hace fecunda. Es fundamental, pues, escuchar al Espíritu y dejarse llevar por Él. Este fue uno de los reproches que hizo Esteban a los escribas y ancianos: que ponían resistencia al Espíritu Santo.

Además, Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre. La evangelización no es fruto de técnicas o recursos humanos. Éstos pueden ayudar, pero si el Señor no construye la casa…

Que las mediaciones son importantes. Felipe acompaña al etíope en su camino y le ayuda a crecer: la Iglesia tendrá que iniciar a sus hermanos (…) en este «arte del acompañamiento», para que todos aprendan siempre a quitarse las sandalias ante la tierra sagrada del otro (cf. Ex 3,5). Tenemos que darle a nuestro caminar el ritmo sanador de projimidad, con una mirada respetuosa y llena de compasión pero que al mismo tiempo sane, libere y aliente a madurar en la vida cristiana (cf. EG, 169).

Que la Evangelización se funda sobre la Palabra de Dios: Toda la evangelización está fundada sobre ella, escuchada, meditada, vivida, celebrada y testimoniada (cf. EG 174).

Que en el centro está Jesucristo, el Señor, el Salvador; el pan vivo que ha bajado del cielo.

Que el encuentro con Jesucristo llena de alegría, porque el que cree tiene vida eterna.

Que en este tiempo de dificultad puedas cantar con el Salmo: Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica ni me retiró su favor.

¡Os daré un corazón nuevo!  (cf. Ez 36, 26).

¡Ven Espíritu Santo! ?(cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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