Jueves, 21 de octubre de 2021

Lecturas:

Rm 6,19-23. Ahora, emancipados del pecado, habéis sido hechos esclavos de Dios.

Sal 1. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.

 Lc 12,49-53. No he venido a traer paz, sino división.

Hoy San Pablo nos invita a vivir nuestra vocación a la santidad: Ahora, en cambio, liberados del pecado y hechos esclavos de Dios, dais frutos para la santidad que conducen a la vida eterna.

También nos lo ha recordado el Aleluya: todo lo considero basura con tal de ganar a Cristo y ser hallado en él.

¿Cómo vivir esta vocación, esta llamada a la santidad? El Salmo nos ofrece una ayuda importante.

Confiando en el Señor. Dejando que tu vida la lleve el Señor; dejando que su Palabra te enseñe a vivir, a tener criterios. Escuchando cada día al Espíritu Santo, que es quien nos ha de guiar hasta la verdad plena.

Y de tres obstáculos nos previene también el Salmo.

Seguir el consejo de los impíos, es decir, dejarse aconsejar por los que carecen del don de piedad y ven a Dios como un rival, como un enemigo y, por tanto, dudan del amor de Dios y ven en el evangelio una amenaza más que una buena noticia.

Entrar por la senda de los pecadores, es decir, permanecer obstinados en el pecado, sin deseos de convertirse. Carecen del don de temor de Dios.

Sentarse en la reunión de los cínicos, los burlones, los que carecen del don de sabiduría, no ven el amor de Dios en su vida y todo lo encuentran mal. No viven en la bendición sino en el resentimiento; no viven en la alabanza sino en la reclamación.

En cambio, el que pone su confianza en el Señor será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón.

¡Ánimo! Confía en el Señor y déjate hacer por el Espíritu Santo. Él hará en ti la obra de la santidad contando con tu debilidad y tus pobrezas.

A toda la tierra alcanza su pregón (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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