Jueves, 2 de septiembre de 2021

Lecturas:

Col 1,9-14. Nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido.

Sal 97. El Señor da a conocer su victoria.

 Lc 5, 1-11 Dejaron todo y lo siguieron.

Hoy la Palabra nos habla de algunos dones del Espíritu Santo: consejo y fortaleza.

En la primera lectura, san Pablo dice que reza para que los colosenses consigáis un conocimiento perfecto de su voluntad, con toda sabiduría e inteligencia espiritual.

Está pidiendo el don de consejo, que consiste en tener discernimiento para saber qué es lo que Dios quiere de ti, cómo quiere que vivas, cuál es tu vocación, cuál es la misión a la que te llama.

En definitiva, para que puedas saber cuál es la voluntad de Dios sobe ti, sobre tu vida.

Porque, recuerda que tú no eres dios, que tú no eres el dueño de tu vida; que tú no eres el Maestro, sino el discípulo; que tú no eres el Señor, sino el siervo; que tú no eres el dueño de la Palabra sino su servidor.

Por eso, no puedes vivir dejándote llevar por lo que aparece en tu corazón, que está herido por el pecado original. Hay que discernirlo.

Ni puedes vivir dejándote llevar por las modas del mundo. No. Ya sabes quién es el príncipe de este mundo.

Ni escuchar la voz de los falsos profetas, que quieren que vivas atemorizado, desanimado. Nos lo ha dicho san Pablo: fortalecidos plenamente según el poder de su gloria para soportar todo con paciencia y magnanimidad, con alegría.

Para seguir a Jesús necesitas hacer como los discípulos del Evangelio: dejándolo todo, lo siguieron. Necesitas dejar tus criterios, tus deseos, tus apetencias, tu manera de ver las cosas… para seguir a Jesús y dejar que tu vida la lleve Él. Aunque a veces pueda parecer tan poco 'razonable' como echar las redes por la mañana.

Esta es la parte principal de la conversión.

Pero una vez conoces cuál es la voluntad de Dios necesitas otro don del Espíritu Santo: el don de fortaleza: El poder de su gloria os dará fuerza.

Con este don, el Espíritu Santo te capacita para vencer el miedo y las dudas y te hace capaz de vivir en la voluntad de Dios que es lo que realmente nos hace felices.

A toda la tierra alcanza su pregón (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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