Jueves, 19 de mayo de 2022

Lecturas:

Hch 15, 7-21.  A mi parecer, no hay que molestar a los gentiles que se convierten a Dios.

Sal 95.  Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.

Jn 15, 9-11.  Permaneced en mi amor para que vuestra alegría llegue a plenitud.

En estos últimos días, la Palabra nos invita a Creer en Jesucristo y permanecer en Él. Esta es la clave del discipulado. Y esto se verifica en la vida de cada día.

Por ello, la Palabra nos ha ido mostrado hoy algunos signos que nos ayudan discernir si creemos y permanecemos en Jesús.

Hoy nos muestra más signos esta permanencia en Jesucristo.

Permaneced en mi amor. Y este permanecer se manifiesta de dos maneras: si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor. Amar al Señor es no sólo llamarle Señor: no todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre (cf. Mt 7, 21). También lo hemos cantado en el Aleluya: Mis ovejas escuchan mi voz… y ellas me siguen. Creer es obedecer al Señor.

Pero, además, este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. El amor fraterno, como del de Jesús, es otro de los signos de la fe. Amor no solo a los que te aman.

Y todo esto no como una exigencia, sino como un don.  No como algo que tú has de hacer, sino como algo que acontece en ti. Porque lo vives no en tus fuerzas sino en el poder del Espíritu Santo.

Y, por ello, esta experiencia llena al discípulo de alegría: Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros…

La alegría de la que habla Jesús no es un mero sentimiento. Es la alegría del encuentro con Jesucristo vivo y resucitado. Es la alegría que brota de la certeza de que Dios no deja de amarte nunca; de la experiencia de que el Señor Resucitado está contigo todos los días.

La alegría cristiana es uno de los frutos del Espíritu (cf. Gal 5, 22); muchas veces va unida al dolor, a la cruz; pero desemboca en la vida nueva. Por eso, el discípulo vive cantando el cántico nuevo… proclamando la victoria del Señor… contando sus maravillas.

¡Ánimo! ¡Pide el don del Espíritu Santo!

¡Os daré un corazón nuevo!  (cf. Ez 36, 26).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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