Jueves, 18 de noviembre de 2021

Dedicación de las Basílicas de los Santos Pedro y Pablo

Lecturas:

1 Mac 2,15-29. Viviremos según la alianza de nuestros padres.

Sal 49. Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.

Lc 19, 41-44   Si comprendieras los caminos de la paz

Cuando escuchamos el Evangelio, como solemos comenzar diciendo “En aquel tiempo…”, podemos caer en la trampa de pensar que está hablando del pasado, de algo que no tiene relación con tu vida. O si la tiene es, como mucho, una especie de ejemplo a imitar.

Pero la Palabra siempre es actual, es una Palabra viva, como nos ha dicho el Salmo: el Señor, habla: convoca la tierra de oriente a occidente. En este evangelio contemplamos a Jesús llorando cuando se acerca a Jerusalén, al ver que no es reconocido como Mesías más que por un pequeño grupo.

Pero Jesús hoy también llora, por nosotros que, a veces tenemos nuestro corazón cerrado al Señor, tenemos miedo a su Palabra, miedo a dejarnos llevar por Él: en definitiva, miedo a convertirnos.

Tantas veces queremos que el Señor entre solo “un poquito” en nuestra vida, pero nos resistimos a dejarle entrar hasta el fondo de nuestro corazón. Y no le dejamos pasar del vestíbulo...

Tantas veces el Señor quiere darnos su consuelo, su luz, quiere que estemos con Él, que disfrutemos de Él… y nosotros andamos nerviosos y ocupados en tantas cosas que apenas nos acordamos de Él y regateamos el tiempo para estar con el Señor.

Tantas veces el Señor quiere darnos su Palabra, que tiene vida eterna, y nosotros escuchamos a cualquiera que nos diga lo que queremos oír.

Y Jesús, llora. Porque te ama. Y no viene a quitarte nada, sino a dártelo todo.

Por eso, la Iglesia nos invita a comenzar todos los días la Liturgia de las horas con el Salmo que hemos cantado en el Aleluya: No endurezcáis hoy vuestro corazón; escuchad la voz del Señor.

Y en el Salmo hemos cantado: Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza, cumple tus votos al Altísimo e invócame el día del peligro: yo te libraré, y tú me darás gloria.

A toda la tierra alcanza su pregón (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

Volver a reflexiones a la Palabra de Dios