Jueves, 16 de junio de 2022

Lecturas:

Eclo 48, 1-15. Elías fue arrebatado en el torbellino.

Sal 96. Alegraos, justos con el Señor.

Mt 6, 7-15. Vosotros, rezad así.

En la primera lectura, escuchamos el elogio de los profetas Elías y Eliseo.

Con Elías el Señor nos invita a descubrir varias cosas importantes:
- La prioridad del primer mandamiento: adorar sólo a Dios. Donde Dios desaparece, el hombre cae en la esclavitud de idolatrías y del nihilismo.

- El objetivo primario de la oración es la conversión: el fuego de Dios que transforma nuestro corazón y nos hace capaces de ver a Dios y así de vivir según Dios y de vivir para el otro.


- Esta historia es profética, es figura de Cristo. Aquí vemos el verdadero fuego de Dios: el amor que guía al Señor hasta la cruz, hasta el don total de sí.

- La verdadera adoración de Dios, entonces, es darse a sí mismo a Dios y a los hombres, es el amor. Amor a Dios, que se concreta en vivir haciendo la voluntad de Dios. Amor a los hermanos, que se concreta en la misericordia.

Y la verdadera adoración de Dios no destruye, sino que renueva, transforma; el fuego de Dios quema, transforma, purifica, pero precisamente así no destruye, sino que crea la verdad de nuestro ser, recrea nuestro corazón.

Y así realmente vivos por la gracia del fuego del Espíritu Santo, del amor de Dios, somos adoradores en espíritu y en verdad.

En el Evangelio escuchamos a Jesús que nos enseña a orar. El Padre nuestro es la oración del discípulo: Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso.

La oración del discípulo es una oración de corazón a corazón. Es abrir el oído y el corazón al Padre, que te ama y que cuida de ti. Alabar, escuchar, confiar, descansar, pedir… Pidiendo al Espíritu Santo que nos ayude a orar, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene (cf. Rom 8, 26).

Pero, decimos Padre nuestro, no Padre mío, porque no podemos ser discípulos solitarios: Nadie puede tener a Dios por Padre si no tiene a la Iglesia por Madre (San Cipriano).

¡Ven Espíritu Santo! 🔥 (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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