Jueves, 15 de Abril de 2021

Lecturas:

Hch 5, 27-33.   Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres.

Sal 33 2.9.17-20.  El afligido invocó al Señor, y él lo escuchó.

Jn 3, 31-36.  El que viene de lo alto está sobre mí.

Ayer, la Palabra nos invitaba a creer en Jesucristo, a vivir y a testimoniar este modo de vida que es el ser cristiano. Por eso, también le dirá Jesús a Nicodemo que hay que nacer de nuevo.

Hoy contemplamos cómo los Apóstoles se encuentran con que el Sanedrín les prohíbe dar testimonio de Jesús.

La respuesta de Pedro nos da luz para nuestra vida:

- Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El cristiano se somete a la autoridad legítima (cf. Rom 13, 1s) y obedece sus leyes, pero siempre que no vayan contra la ley de Dios: El ciudadano no está obligado en conciencia a seguir las prescripciones de las autoridades civiles si éstas son contrarias a las exigencias del orden moral, a los derechos fundamentales de las personas o a las enseñanzas del Evangelio (cf. CDSI, 399). Hay un solo Señor, Jesucristo. Y Jesucristo, el Señor nos envía a anunciar el Evangelio a toda la creación.

- Dios resucitó a Jesús. Él es el Salvador, para otorgarle a Israel la conversión con el perdón de los pecados. Lo decisivo para el hombre es creer en Jesucristo. Si quieres recibir este regalo, has de abrir tu corazón al Señor y dejar que Él sea Señor de tu vida, ¡de toda tu vida! Eso es la conversión.

Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen. Ser testigo es dar fe de una experiencia, de una vida. El testimonio para ser auténtico y eficaz ha de ir precedido y acompañado por el Espíritu Santo, que es garante de la verdad y de la autenticidad. Él es el que unge las palabras del testigo y el que pelea en el corazón del que escucha, para que acoja el testimonio.

El que cree en el Hijo posee la vida eterna… que te conozcan a ti el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo (cf. Jn 17, 3).

Si crees, ¡verás la gloria de Dios!

¡Os daré un corazón nuevo!  (cf. Ez 36, 26).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).¡

Homilias de D. Jorge Miró

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