Jueves, 1 de septiembre de 2022

Nuestra Señora de los Ángeles del Puig

Lecturas:

1 Cor 3, 18-23.  Todo es vuestro, vosotros de Cristo y Cristo de Dios.

Sal 23, 1-6.  Del Señor es la tierra y cuanto la llena.

Lc 5, 1-11.  Dejaron todo y lo siguieron.

Hoy la Palabra continúa invitándonos a discernir algunos signos de la vida en el Espíritu.

San Pablo nos ha hablado de la humildad: si alguno de vosotros se cree sabio en este mundo, que se haga necio para llegar a ser sabio. La soberbia y la mentira, son la marca del diablo.

Cada día has de recordar que tú no eres dios, que tú no eres el dueño de tu vida; que tú no eres el Maestro, sino el discípulo; que tú no eres el Señor, sino el siervo; que tú no eres el dueño de la Palabra sino su servidor.

Lo hemos cantado en el Salmo: ¿Quién puede subir al monte del Señor? El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos.

El humilde no habla de sí mismo, no trata de robarle la gloria a Dios. Sabe que todo lo que es y lo que tiene, lo ha recibido gratis y, por tanto, vive en la gratitud y en la alabanza.

El que vive en el Espíritu vive confiando en la Palabra del Señor. Porque el Espíritu unge esta Palabra y te la entrega como una Palabra de vida eterna que te traspasa el corazón. Hace que te puedas abandonar a ella, aunque no la acabes de entender, aunque te parezca poco razonable.

Es lo que le ocurre a Pedro, en el Evangelio: Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.

El que vive en el Espíritu puede seguir a Jesús como los discípulos del Evangelio: dejándolo todo, lo siguieron. Necesitas dejar tus criterios, tus deseos, tus apetencias, tu manera de ver las cosas… para seguir a Jesús y dejar que tu vida la lleve Él.

El que no vive en el Espíritu dice que sigue a Jesús... Pero “de palabra”… Porque a la hora de la verdad se sigue a sí mismo o al mundo.

El que vive en el Espíritu puede vencer el miedo. Por la gracia de Dios, que nos hace ver más allá de los peligros y riesgos y nos hace descansar en que no hay nada ni nadie que pueda separarnos del amor de Dios. Ni siquiera la muerte.

Yo abro brecha delante de vosotros (Cf. Miq 2, 12-13).

¡Ven Espíritu Santo! 🔥 (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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