Domingo,15 de enero de 2023

2º del Tiempo Ordinario

Lecturas:

Is 49, 3. 5-6.  Te hago luz de las naciones, para que seas mi salvación.

Sal 39, 2.4.7-10. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

1 Co 1, 1-3.  A vosotros, gracia y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

Jn 1, 29-43.  Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.

El pasado domingo comenzó el tiempo ordinario del Año litúrgico. La belleza de este tiempo está en el hecho de que te invita a vivir la vida ordinaria como un camino de santidad, de fe y de amistad con Jesús, el Maestro y el Señor.

En estos primeros domingos, antes de la Cuaresma, vamos a ir descubriendo que ser cristiano no es un moralismo, sino seguir a Jesús y, por tanto, vamos a ir viendo las actitudes fundamentales del discípulo, como preparación para poder escuchar y acoger toda la predicación de Jesús.

Ser cristiano no es un moralismo ni una ideología o una filosofía, sino que hay que nacer de nuevo, nacer de agua y de Espíritu (cf. Jn 3, 3-5), y entrar a formar parte de una nueva familia: la Iglesia, la familia de los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen; con unos hermanos concretos que el Señor te ha regalado para caminar juntos hacia la meta del cielo.

Lo hemos cantado en el Aleluya: El Verbo de Dios se hizo carne y habitó entre nosotros; a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios.

Ser cristiano es vivir la vida como un encuentro personal con Jesucristo vivo y resucitado. Es haber descubierto que Dios te ama gratuitamente, que te ha creado por amor y te invita a vivir una vida de amistad y relación personal con Él.

Y el ser discípulo se manifiesta en vivir cumpliendo la voluntad del Padre. Este es el culto de la Nueva Alianza, lo hemos cantado en el Salmo: Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído… Aquí estoy para hacer tu voluntad.

Si le abres el corazón al Señor y te dejas llenar por el Espíritu Santo, también tú gozarás de la presencia del Espíritu Santo, que lo hace todo nuevo: Yo esperaba con ansia al Señor; él se inclinó y escuchó mi grito. Me puso en la boca un cántico nuevo.

El camino del cristiano es aceptar a Cristo como la luz que puede iluminar tu vida, tu historia, tus actitudes, tus obras; y, con esa luz de Cristo en tu corazón, dejar que Cristo vaya construyendo nuestra vida como Él quiere, ir viviendo la vocación a la santidad. El Señor te invita a seguirle, a ser santo, ¿te atreves? ¿O tal vez tienes “miedo” de que el Señor cambie “demasiado” tu vida?

¡Ánimo! Dios te ama más que nadie. Dios quiere que seas feliz. Dios ha venido a salvarte a ti, a darte la vida. Él te muestra su amor cada día, Él quiere ser tu luz, tu paz, tu descanso. ¡Lánzate a la aventura de la fe! ¡Ponte en las manos de Dios! ¡Deja que Él lleve tu vida y que la lleve por donde Él quiera llevarla! ¡Confía en el Señor: nadie te ama como Él!

       El Señor te invita a seguirle, a ser santo, ¿te atreves?

¡Feliz Domingo! ¡Feliz Eucaristía!

      Yo abro brecha delante de vosotros (Cf. Miq 2, 12-13).

¡Ven Espíritu Santo! 🔥 (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

Volver a reflexiones a la Palabra de Dios