Domingo,12 de diciembre de 2021

Domingo 3º de Adviento Gaudete

Lecturas:

Sof 3, 14-18a.  El Señor exulta y se alegra contigo.

Sal Is 12, 2-6.   Gritad jubilosos, porque es grande en medio de ti el Santo de Israel alegra mi espíritu en Dios mi Salvador

Flp 4, 4-7.  El Señor está cerca.

Lc 3, 10-18.  Y nosotros, ¿qué debemos hacer?

La Palabra de Dios que proclamamos hoy nos invita a vivir alegremente en el Señor. Si el Señor está cerca, su proximidad no debe ser motivo de indiferencia ni de tristeza, sino de alegría. Porque viene el Señor, el Amigo, el Esposo. 

La Palabra nos da algunas claves: El Señor ha revocado tu sentencia, ha expulsado a tu enemigo… el Señor está en medio de ti, no temerás mal alguno… se alegra y goza contigo, te renueva con su amor… confiaré y no temeré, porque mi fuerza y mi poder es el Señor.

Esta llegada de Jesús te debe llenar de alegría, porque llega tu salvación.

El Señor viene a ti, a tu corazón, a tu vida. Viene a curar tus heridas, a cargar con tus pecados, a decirte que te ama gratuitamente, tal y como eres; a decirte que no dejará de amarte nunca y que te regala una vida nueva.

Y esta es la verdadera alegría: tener la certeza de la fidelidad y del amor de Dios, la certeza de que no hay nada ni nadie que pueda separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús (cf. Rom 8).

La alegría cristiana no es un estado de ánimo o un sentimiento, sino la experiencia de la presencia de Jesucristo Resucitado en tu corazón que con el don de su Espíritu hace nueva tu vida.

La alegría es un don de Dios, uno de los frutos del Espíritu Santo: Encuentra la perfecta alegría aquel que está en paz con Dios, se abre a la acción del Espíritu Santo y trata de vivir conforme a la voluntad de Dios.

La verdadera alegría no hay que buscarla fuera, en los ídolos… Encuentra la verdadera alegría aquel que se deja amar por Dios y se empeña en amarle a Él y a los hermanos. Encuentra la alegría aquel que, en medio de los problemas de la vida, toma la cruz y lucha con la esperanza puesta en la salvación.

La verdadera alegría se halla en la experiencia de Dios, en vivir la presencia de Dios en la vida. Sólo Dios puede darte la alegría y la felicidad plenas. 

¿Quieres encontrar la verdadera alegría? ¡Sé humilde! ¡Acércate al Señor como se acerca la gente a Juan el Bautista! Acércate a Él y pregúntale: ¿qué tengo que hacer para salvarme? ¿Qué me falta o qué me sobra para salvarme? ¿Qué tengo que hacer para encontrar en mi corazón la alegría, la paz y la felicidad? 

Déjate llevar por el que os bautizará con Espíritu Santo y fuego… y la paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

Y entonces en tu corazón aparecerá lo que nos ha dicho San Pablo: la alegría de gozar del amor de Dios y de su fidelidad; la confianza: nada os preocupe; la oración constante, viviendo su presencia en tu vida; la acción de gracias, la alabanza, que es la respuesta al encuentro con el Amor, el eco de su presencia.

¡Feliz Domingo! ¡Feliz Eucaristía!

A toda la tierra alcanza su pregón (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

Volver a reflexiones a la Palabra de Dios