Domingo, 8 de mayo de 2022

4º de Pascua

Lecturas:

Hch 13, 14. 43-52. Sabed que nos dedicamos a los gentiles.

Sal 99. Nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.

Ap 7, 9. 14b-17. El Cordero los apacentará y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas.

Jn 10, 27-30. Yo doy la vida eterna a mis ovejas.

El cuarto Domingo de Pascua es el del Buen Pastor: Jesucristo es el Buen Pastor que cuida de sus ovejas, que da la vida por ellas, que las conoce y es conocido por ellas. Lo hemos cantado en el Aleluya: Yo soy el Buen Pastor, que conozco a mis ovejas, y las mías me conocen. También en el Salmo hemos cantado: Sabed que el Señor es Dios: que él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño.

Dios no te ha creado para la soledad, sino para la relación, para la comunión, para la donación. Por eso, no podemos vivir la fe de una manera solitaria e individualista. La Palabra de hoy te invita a descubrir y a vivir que, por el bautismo, eres parte del pueblo de Dios.

Ese pueblo que participa ya de la victoria de Jesucristo, como nos ha mostrado la segunda lectura: una muchedumbre inmensa…, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos.

Un pueblo de pecadores siempre en proceso de conversión; un pueblo llamado a perseverar fieles a la gracia de Dios. 

Un pueblo que vive de la victoria de su Señor. ¿Cómo? Primero, proclamándolo como el Señor, el único Señor, Él es el camino, la verdad y la vida. Jesucristo es la piedra angular, ningún otro puede salvar. 

Después, dejándose guiar por su Pastor: El que se sienta en el trono acampará entre ellos… los apacentará y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas.

Escuchando su Palabra: mis ovejas escuchan mi voz… con mansedumbre, con docilidad, con confianza, obedeciendo al Pastor. Sin escuchar la voz de los extraños...

Tomando la cruz y siguiendo al Cordero: estos son los que vienen de la gran tribulación, han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero. Viviendo en la confianza y experimentando su consuelo: nadie las arrebatará de mi mano… Dios enjugará toda lágrima de sus ojos. 

Cantando el cántico nuevo, el cántico de los redimidos: la alabanza, la bendición: Por eso están ante el trono de Dios, dándole culto día y noche en su templo… Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría, entrad en su presencia con vítores. Y con la mirada puesta en la meta: el cielo, la vida eterna:  Y yo les doy la vida eterna.

Y la Iglesia está llamada a llevar adelante esta misión de Cristo. Y lo hace participando de la misión pastoral de Cristo, desde las diversas vocaciones y carismas.

Por ello, hoy pedimos especialmente por la Iglesia. También hemos de pedirle al Señor que nos dé pastores según su corazón, que suscite citar entre nosotros jóvenes dispuestos a seguirle incondicionalmente.

También debemos preguntarnos hoy cómo estamos viviendo nuestra misión pastoral los que tenemos alguna responsabilidad sobre los demás: sacerdotes, padres, padrinos, maestros, catequistas, servidores, educadores...

¡Feliz Domingo! ¡Feliz Eucaristía!

A toda la tierra alcanza su pregón (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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