Domingo, 6 de febrero de 2022

5º del Tiempo Ordinario

Lecturas:

Is  6, 1-2a. 3-8.  Aquí estoy, mándame.

Sal 137.  Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.

1 Cor 15, 1-11.  Predicamos así, y así lo creísteis vosotros.

Lc 5, 1-11.  Dejándolo todo, lo siguieron.

La Palabra que el Señor nos regala hoy nos invita a descubrir una de las verdades más profundas de nuestra vida: tú no eres dios, eres criatura. En el ser del hombre todo es llamada, todo es vocación, todo es don. Y, por tanto, todo es misión, todo es envío.

Y, por tanto, la actitud de cada día es escuchar, confiar, obedecer al Señor. 

La primera lectura nos ha mostrado la vocación de Isaías, que se encuentra ante el misterio inefable de Dios y, aunque inicialmente está desconcertado por su pobreza, al experimentar el perdón de Dios y la gratuidad de la llamada, puede decir: Aquí estoy, mándame.

En la segunda lectura contemplamos la misma experiencia de san Pablo. La llamada es gratuita: soy el menor de los apóstoles y no soy digno de ser llamado apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy.

Y también en el Evangelio: Entonces sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

Para poder responder a esta llamada hay que escuchar, tener intimidad con el Señor. Como Isaías y como san Pablo: se me apareció también a mí. Tener un encuentro personal con el Señor. Como en el Evangelio: la gente se agolpaba en torno a él para oír la palabra de Dios.

Y, además de escuchar, hay que confiar: Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.

Para seguir a Jesús, para ser discípulo, necesitas hacer como los discípulos del Evangelio: dejándolo todo, lo siguieron. Necesitas dejar tus criterios, tus deseos, tus apetencias, tu manera de ver las cosas… para seguir a Jesús y dejar que tu vida la lleve Él. Aunque a veces pueda parecer tan poco 'razonable' como echar las redes por la mañana.

Ser cristiano es seguir a Jesús. No seguirte a ti mismo, ni seguir al mundo.

Es preguntarle cada día: Señor, ¿qué quieres de mí? ¿Cómo quieres que viva hoy? ¿Dónde y cuándo quieres que eche las redes? Es dejar que Él sea Señor de tu vida, ¡de toda tu vida! 

Esta es la parte principal de la conversión.

El Señor te invita hoy a escuchar esta llamada: ¡Sígueme! ¡No tengas miedo! Si te ves pobre, pequeño, pecador… ¡estupendo!

Para eso ha venido Jesús. El reino de Dios es de los pobres, de los pequeños… de los que no pueden confiar en sus fuerzas ¡porque son muy poquitas!, de los que experimentan cada día su pobreza y su debilidad… porque esos son los que con más facilidad se abren a la acción del Espíritu Santo, porque para Él no hay nada imposible.

¡Feliz Domingo!

A toda la tierra alcanza su pregón (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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