Domingo, 5 de febrero de 2023

5º del Tiempo Ordinario

Lecturas:

Is  57, 7-10.  Surgirá tu luz como una aurora.

Sal 111  El justo brilla en las tinieblas como una luz.

1 Cor 2, 1-5.  Os anuncié el misterio de Cristo crucificado.

Mt 5, 13-16.  Vosotros sois la luz del mundo.

El Evangelio nos invita a ser la sal de la tierra y la luz del mundo. ¿Qué nos quiere decir el Señor con esto? Nos lo ha dicho al final del Evangelio: Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre.

No se trata de explicar qué es la luz, sino de ser luz, y no con arrogancia, sino con humildad; no cayendo en la vanidad autosuficiente, sino buscando siempre la gloria de Dios.

       ¿Cómo puedes ser hoy luz del mundo, de tu mundo? Siguiendo a Jesucristo. Lo hemos cantado en el Aleluya: Yo soy la luz del mundo –dice el Señor–; el que me sigue tendrá la luz de la vida. Y también en el Salmo: El justo brilla en las tinieblas como una luz. Y la primera lectura: Cuando alejes de ti la opresión, el dedo acusador y la calumnia, cuando ofrezcas al hambriento de lo tuyo y sacies el alma afligida, brillará tu luz en las tinieblas.

En la medida en que acojas a Jesucristo en tu vida; en la medida en que le dejes ser el Señor de tu vida, de toda tu vida, tu vida quedará iluminada por el Señor y así se convertirá en una luz para los demás.

       Y entonces esa lámpara -tu vida- se pondrá en el candelero y alumbrará a todos los de casa. ¿Cuál es ese candelero?

Dice San Agustín que ese candelero es la cruz, tu cruz. Esa cruz que hoy sigue siendo escándalo y locura para muchos (cf. 1 Cor 1), pero que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres.

Y así tu vida, por el poder del Espíritu se convierte en sal.

       Sal que da sentido a tu vida, porque puedes ver el amor de Dios en medio de la vida de cada día; y puedes descansar en que Dios te ama, es fiel y cumple sus promesas; en que está haciendo una historia de amor y de salvación contigo y, por eso sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien (cf. Rom 8, 28).

       Sal que pone sabor a la “rutina” de tu vida cotidiana, porque vives la presencia de Jesucristo resucitado que, por el don de su Espíritu, hace nueva tu vida. Y así puedes vivir no en la queja sino en la bendición, no en la murmuración sino en la alabanza, no en el resentimiento sino en la gratitud.

       Sal que sana, cuida, porque hace presente el Señorío de Jesucristo, el Salvador; anuncia la buena noticia del Evangelio e invoca al Espíritu Santo que lo renueva todo.

Estamos llamados a vivir una vida diferente a la de los demás porque encarnamos los valores del Reino de Dios, porque estamos en el mundo, pero no somos del mundo, porque fundamentamos nuestra vida no en la sabiduría humana, sino en la fuerza del misterio de la cruz.

¡Gloria al Señor! ¡Feliz Domingo! ¡Feliz Eucaristía!

      Yo abro brecha delante de vosotros (Cf. Miq 2, 12-13).

       Ven Espíritu Santo! 🔥 (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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