Domingo, 28 de Marzo de 2021

Domingo de Ramos

Lecturas:

Is 50, 4-7.  No oculté el rostro a insultos y sé que no quedaré avergonzado.

Sal 21, 8-9.17-20.23-24.  Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Flp 2, 6-11.  Se rebajó a sí mismo; por eso Dios lo levantó sobre todo.

Mc 14, 1 – 15, 47.  Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.

Vamos a celebrar en estos días santos el Misterio Pascual de nuestro Señor Jesucristo. Este año en circunstancias tan especiales. Quizás más que nunca necesitas pedir al Espíritu Santo que te regale poder vivir el misterio pascual, poder encontrarte con Jesucristo en tu vida concreta, en tu cruz y ver cómo Él la hace fecunda y gloriosa por el don de su Espíritu.

Si contemplamos la Pasión del Señor podemos ver que hay diferentes maneras de situarse ante Jesús. Entonces y ahora.

Algunos que creen que lo saben todo, pero en realidad no han entendido nada, como los sumos sacerdotes y los escribas. Se sienten amenazados por Jesús y tratan de eliminarlo, de hacerle callar…

Otros están desencantados y resentidos, como Judas, frustrados porque Jesús no hace su proyecto, sino que obedece a la voluntad del Padre…

Las masas adormecidas y sutilmente manipuladas que asisten a un espectáculo, y no quieren ver alterada su cómoda tranquilidad…

Poncio Pilato, acostumbrado a calcularlo todo para no implicarse en nada, buscando siempre lo políticamente correcto, lavándose las manos…

Los discípulos despistados, que siguen a Jesús, pero un poco “de lejos”, llenos de dudas y de miedos, asustados porque no acaban de entender lo que ocurre…

Barrabás, el justiciero, que creía que él era el salvador de Israel…

El Cireneo, que pasaba por allí por casualidad, y al que Jesús le salió al encuentro seguramente para cambiar su vida para siempre…

La mujer llena de amor, que derrocha el perfume porque sabe que Jesús es el Señor, el más bello de los hombres en cuyos labios se derrama la gracia...

Pedro, con tan buena voluntad y tan pocas fuerzas. Que quiere seguir al Señor hasta el final, pero en sus fuerzas, y experimenta su pobreza, su debilidad y, a través de ella, la mirada de Jesús llena de misericordia. Esa mirada que lo sana todo, que hace brotar lágrimas no de amargura sino de consolación.

Los dos ladrones crucificados con Jesús. Uno, lleno de arrogancia será incapaz de ver más allá de las apariencias; el otro, lleno de humildad -que es la puerta de la fe- da el “golpe” de su vida y en un minuto le “roba” el paraíso a Jesús…

El centurión, desbordado por los acontecimientos. Un profesional de la crucifixión, que tiene una certeza: un crucificado que muere así, tiene que ser el Hijo de Dios…

María que, como siempre, escucha, confía aunque no entienda, calla, acoge, obedece …

Y tú, ¿cómo te sitúas ante Jesús en este momento de tu vida?

No respondas enseguida a esta pregunta. ¡Tómate estos días santos para meditarla y poder responder!

El Señor te regala esta Semana Santa, que hoy comenzamos, para que la vivas con Él. No desde fuera, como el que ve un espectáculo, sino desde dentro, acompañando al Señor en todo su recorrido, desde su entrada en Jerusalén hasta la victoria de la Resurrección. Y dejándote acompañar por Él.

¡Pide el Espíritu Santo! Pídele que te de una mirada nueva, una mirada de fe, para poder encontrarte con Jesucristo, que te ama tanto que da la vida por ti, que carga con todos tus pecados, que, como a Pedro, te mira con misericordia y te dice: ¡Ven y sígueme! ¡No te quedes siendo un espectador ni un curioso, ni te pierdas en cálculos interesados! ¡Ven! Estoy llamando a la puerta de tu corazón, ¡ábreme! Quiero regalarte una vida nueva.

¡No tengas miedo! ¡Nadie te ama como Él!

¡Feliz Domingo! ¡Feliz Eucaristía!

¡Os daré un corazón nuevo!  (cf. Ez 36, 26).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13)

Homilias de D. Jorge Miró

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