Domingo, 22 de agosto de 2021

XXI del Tiempo Ordinario

Lecturas:

Jos 24, 1-2a, 15-17.18b.  Nosotros serviremos al Señor, Él es nuestro Dios.

Sal 33, 2-3.16-23.  Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Ef 5, 21-32.  Es éste un gran misterio: yo lo prefiero a Cristo y a la Iglesia.

Jn 6, 60-69.  ¿A quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna

El Evangelio nos presenta la reacción de los discípulos ante el discurso del pan de vida que Jesús pronunció en la sinagoga de Cafarnaúm, después del milagro de la multiplicación de los panes y los peces.

Con este discurso Jesús quiere provocar una decisión en sus discípulos. Entonces y ahora. Quiere que te preguntes cuáles son tus verdaderas motivaciones para seguirle: muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron: Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso? Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.

Porque la tentación de la idolatría está siempre acechando al hombre.

Y si la más peligrosa de todas las idolatrías es creer que tú eres dios, que tú te das la vida a ti mismo, que tú eres dueño del bien y del mal… La segunda no es menos peligrosa: fabricarte un jesucristo a la medida de tus deseos, un jesucristo que haga tu voluntad.

Este es el misterio y el drama de la libertad del hombre.

Por eso hoy, también resuenan con fuerza las palabras de Josué:  elegid hoy a quién queréis servir: si a los dioses a los que sirvieron vuestros padres al otro lado del Río, o a los dioses de los amorreos…; que yo y mi casa serviremos al Señor.

O las de Jesús, en el Evangelio: ¿También vosotros queréis marcharos?

Algunos de los discípulos no aceptan sus palabras, se retiran, le abandonan. Con ello indican que estaban con él, pero en verdad no eran discípulos, sino que siguen siendo hombres de este mundo, que juzgan las cosas desde lo humano, que no reconocen el poder de Dios, la fuerza del Espíritu.

Otros, los menos, reconocen que las palabras de Jesús anuncian y dan la vida eterna. Le aceptan a Él. Pasan definitivamente a ser discípulos. Su adhesión a Jesucristo es un don del Padre. Él los ha dado a Jesús. Éste los ha elegido. Ellos han aceptado la elección. La fe les descubre a Jesús. La fe los salva.

No es el Evangelio el que tiene que modernizarse según la mentalidad del mundo. Somos nosotros -tu y yo- los que cada día nos hemos de convertir.

También tú tienes que elegir entre Dios o los ídolos de este mundo. ¿A quién eliges?

Pide el don del Espíritu Santo para que, como Pedro, puedas decir: Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios.

¡Déjate sorprender por Jesús! ¡Déjate llevar por su Espíritu! Sólo Jesús tiene palabras de vida eterna.

¡Ven, Espíritu Santo! ¡Haz llover, para que hoy pueda seguir a Jesús!

¡Feliz Domingo, feliz Eucaristía!

A toda la tierra alcanza su pregón ? (cf. Sal 19, 5).

Homilias de D. Jorge Miró

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