Domingo, 21 de Marzo de 2021

5º de Cuaresma

Lecturas:

Jer 31, 31-34.  Haré una alianza nueva y no recordaré los pecados.

Sal 50.  Oh, Dios, crea en mí un corazón puro.

Heb 5, 7-9.  Aprendió a obedecer; y se convirtió en autor de salvación eterna.

Jn 12, 20-33.  Si el grano de trigo cae en tierra y muere, da mucho fruto.

La Palabra de Dios que proclamamos en este quinto Domingo de Cuaresma, nos presenta al profeta Jeremías que nos anuncia una alianza nueva.

¿En qué consiste esa alianza nueva? No es que Dios nos mandará preceptos nuevos, diferentes de los que entregó a Moisés. La alianza nueva se caracterizará porque pondré mi ley en su interior y la escribiré en sus corazones.  

Este anuncio se cumple en Jesucristo, quien, con su muerte y resurrección, sellará con la humanidad una alianza nueva, definitiva y eterna.

El Salmo nos prepara para acoger esta nueva alianza: Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme…, no me quites tu santo espíritu.

La carta a los Hebreos nos proclama cuáles son los pilares de esa nueva alianza: el amor y la obediencia a Dios Padre.

En el Evangelio contemplamos a algunos griegos que se acercan a Felipe y le dicen: Señor, quisiéramos ver a Jesús.

Con ello, están manifestando el deseo de Dios que hay en el corazón del hombre: mi alma tiene sed de Ti. Como dice San Agustín: Nos hiciste para ti, Señor, y nuestro corazón está inquieto hasta que no descansa en ti.

Y Jesús responde diciendo: Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre… cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí.

Jesús será glorificado en la Cruz. Con ello nos está dando una clave importante del discipulado: si quieres ver a Jesús has de entrar en el misterio de la Cruz, de tu cruz. Ahí te espera el Señor para salvarte.

La Cruz es el mayor signo del amor de Dios: tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna (cf. Jn 3, 16). Jesucristo ha muerto por ti, ha cargado con todos tus pecados… ¡Nadie te ama como Él! Él es el grano de trigo que ha dado mucho fruto.

Así ha vivido Jesucristo y así te invita a vivir si quieres participar en esta alianza nueva: Jesucristo se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna.

No lo olvides: ¡al cielo se sube bajando! El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo honrará.

El que centra su vida en sí mismo, buscando la comodidad, buscando únicamente su interés, lo que le conviene, lo fácil... está abocado a la insatisfacción y al vacío.

El que se abre al amor de Dios y lo acoge; el que se fía de Él, le obedece y está dispuesto a tomar la cruz… está preparado para recibir la salvación que nos trae Jesucristo.

¡Ánimo! Pide el don del Espíritu Santo, para que te dé un corazón nuevo, generoso y entregado que pueda acoger la salvación que el Señor te regala. Dios que te creo sin ti, no te salvará sin ti (san Agustín).

¡Feliz Domingo! ¡Feliz Eucaristía!

 ¡Os daré un corazón nuevo!  (cf. Ez 36, 26).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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