Domingo, 19 de junio de 2022

Corpus Christi Semana 12º del Tiempo Ordinario

Lecturas:

Gn 14, 18-20.  Sacó pan y vino.

Sal 109, 1-4. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.

1 Cor 11, 23-26. Cada vez que coméis y bebéis, proclamáis la muerte del Señor.

Celebramos hoy la solemnidad del Corpus Christi, que es la fiesta solemne y pública de la Eucaristía, sacramento del Cuerpo y la Sangre de Cristo.

La Eucaristía nos recuerda que el Señor está con nosotros, está presente en nuestras vidas. Nos recuerda también que no estamos llamados a vivir la fe de una manera solitaria, individualista. Creados a imagen y semejanza de Dios, estamos llamados vivir en la comunión, la relación y la donación: el Señor nos llama a vivir la fe en su cuerpo, que es la Iglesia: Dadles vosotros de comer… Haced esto en memoria mía. La Eucaristía es un encuentro con el Señor, con el Esposo. Un encuentro personal, pero en la comunidad.

La Eucaristía nos recuerda que necesitamos de Jesucristo: Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; quien coma de este pan vivirá para siempre. Sin Él no tenemos vida. Necesitamos comer el Pan de la Palabra y el Pan de la Eucaristía. 

La Eucaristía es la celebración del misterio pascual: haced esto en memoria mía. Es recibir un Cuerpo entregado y una Sangre derramada por su fidelidad a la voluntad del Padre y por amor a los hombres. Por amor a ti.

Difícilmente se puede participar en la Eucaristía cuando nuestra vida está cerrada a la voluntad de Dios y no vivimos entregados a los demás, comenzando por vivir la propia vocación. Una cosa es asistir; otra, participar.

Participar en la Eucaristía no es simplemente estar un ratito en la Iglesia. Participar en la Eucaristía es vivir unidos a Jesucristo, de modo personal, íntimo, profundo: viviendo en su cuerpo, que es la Iglesia; escuchando y acogiendo su Palabra; participando en su sacrificio de amor, dando la vida por los hermanos; obedientes a la voluntad del Padre y amando como Cristo nos ha amado, viviendo con sus mismos sentimientos y actitudes. Es tomar cada día la cruz y seguirle a Él por donde Él quiera llevarnos, dejándonos llenar de su Espíritu.

La fiesta del Corpus nos invita a la Adoración. La verdadera adoración de Dios, entonces, es darse a sí mismo a Dios y a los hombres, es el amor. Amor a Dios, que se concreta en vivir haciendo la voluntad de Dios. Amor a los hermanos, que se concreta en la misericordia. Es proclamar el Señorío de Jesucristo sobre tu vida; dejar que sea Él quien lleve tu vida por dónde Él quiera llevarla.

Con la Procesión del Corpus el mismo Señor visita nuestros pueblos, nuestras calles. Y nos bendice. Habla bien de nosotros. Nos da una palabra de ánimo y de esperanza. Nos dice: No tengáis miedo… Yo estoy con vosotros todos los días… Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados…

¡Ánimo! Déjate encontrar por el Señor, que sale a tu encuentro. ¡Nadie te ama como Él!

¡Ven Espíritu Santo! 🔥 (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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