Domingo, 17 de octubre de 2021

29º del Tiempo Ordinario

Lecturas:

Is 53, 10-11.   Cuando entregue su vida como expiación verá su descendencia, prolongará sus años.

Sal 32, 4-5.18-22.   Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros.

Hb 4, 14-16.   Acerquémonos con seguridad al trono de la gracia.

Mc 10, 35-45.   El Hijo del Hombre ha venido para dar su vida en rescate por todos.

Hoy la Palabra de Dios nos dice que el afán de poder hace difícil el seguimiento de Cristo. Quien busca el poder tiene el peligro del endiosamiento, de la idolatría, de crear servidumbres y servilismos, del narcisismo que lo destruye todo.

Por eso, la Palabra hoy te propone la humildad, la actitud de servicio, el dar la vida, como actitudes esenciales para poder ser discípulo de Jesucristo. La humildad es signo inequívoco del que se ha encontrado con Jesucristo y lo proclama Señor de su vida.

La humildad es la condición de posibilidad de la fe: sólo los humildes descubren a Dios, porque se sienten necesitados de Él y lo buscan, y, como lo buscan con sinceridad, lo encuentran. El Señor se resiste a los soberbios y se manifiesta a los humildes.

Además, el que vive desde la humildad, está lleno de Dios y le sobran todas las vanidades y grandezas humanas, que, vistas desde la fe, muchas veces más bien son obstáculos para seguir con autenticidad a Jesucristo.

La Palabra nos invita a no ir por el camino de la amistad con el mundo que es enemistad con Dios. A no ir por el camino de la ambición o de la envidia sino por el camino de la humildad. A descubrir que, al cielo se sube, bajando.

Es lo que hizo Jesús que, siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza (cf. 2 Cor 8, 9). El que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos.

Y si quieres encontrarte con Jesús, has de ir al último puesto. Porque ahí está Jesús. Escondido en el pesebre de Belén… escondido en la humillación de la Cruz. Y el encuentro con Jesús llenará tu vida. Así, quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.

La Palabra de Dios te invita a huir de toda la hipocresía social, de querer ocupar los primeros puestos en la sociedad o en la Iglesia, de querer quedar bien con todos, de querer aparentar… Todo ello es fruto del orgullo y la soberbia, y Dios te quiere pequeño, humilde, servicial, entregado... Porque Dios te quiere feliz. Se trata de ver las cosas desde Dios y no desde los hombres.

¿Cómo está tu corazón? ¿Cuáles son tus deseos, tus ambiciones? ¿Dónde está el centro de tus preocupaciones? ¿Dónde pones tu interés, tu tiempo…? Pídele al Espíritu Santo un corazón manso y humilde, como el de Jesús.

¡Feliz Domingo! ¡Feliz Eucaristía!

A toda la tierra alcanza su pregón (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

Volver a reflexiones a la Palabra de Dios