Domingo, 15 de agosto de 2021

XX del Tiempo Ordinario

Lecturas:

Ap 11,19a;12,1-6a.10ab.  Apareció una mujer vestida de sol, la luna por pedestal, coronada con doce estrellas.

Sal  44,11-12.16. De pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro.

1 Co 15,20-27.  Por Cristo todos volverán a la vida.

Lc 1,39-56.  El Poderoso ha hecho obras grandes por mí.

Celebramos hoy la solemnidad de la Asunción de la Virgen María al cielo: la Virgen Inmaculada, preservada inmune de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo y enaltecida por Dios como Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los señores y vencedor del pecado y de la muerte (cf. Catecismo 966).

En María asunta al cielo resplandece la victoria definitiva de Cristo sobre la muerte, que entró en el mundo a causa del pecado de Adán. Nos lo dice san Pablo: ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¡Demos gracias a Dios, que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo!

La meta de tu vida es el cielo, la vida eterna. Dios te ama tanto que te ha creado no para vivir cien años, sino para vivir con Él para siempre.

La muerte no es el final del camino, nuestro destino está más allá de nosotros mismos: no somos vagabundos existenciales viviendo una vida vacía y sin sentido; somos peregrinos hacia la patria definitiva de la vida eterna: ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado para los que lo aman. Y Dios nos lo ha revelado por el Espíritu (cf. 1 Co 2, 9-10).

María ha realizado, de manera eminente, el destino de la humanidad. Como ella, también nosotros. 

Esta fiesta de la Asunción es una invitación a que nos fijemos en María, Madre de Dios y Madre nuestra y a que, como ella, nos abramos a la acción del Espíritu Santo, para que, llenos de Él también nuestra vida sea un camino de fe, de confianza en Dios, y un canto de alabanza porque contemplamos en nuestra vida el Amor de Dios que hace obras grandes en nosotros.

También tú, si hoy te abres a la acción del Espíritu escucharás en tu corazón esta Palabra: Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.

¡Feliz día de la Asunción de María! ¡Feliz Eucaristía!

A toda la tierra alcanza su pregón (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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