Domingo, 14 de agosto de 2022

20º del Tiempo Ordinario

Lecturas:

Jr 38, 4-6. 8-10.  Me has engendrado para pleitear por todo el país.

Sal 39.  Señor, date prisa en socorrerme.

Heb 12, 1-4.  Corramos, con constancia, en la carrera que nos toca.

Lc 12, 49-53.  No he venido a traer paz, sino división.

El domingo pasado, el Señor nos invitaba a estar en vela, a estar preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del Hombre.

Hoy, el Señor nos advierte que ha llegado el momento de la decisión. El tiempo que ha inaugurado Jesús es tiempo de decisión. Decisión por Jesús o contra Jesús. Es vivir como Él que, como hemos escuchado, en lugar del gozo inmediato, soportó la cruz, despreciando la ignominia…

Jesucristo es signo de contradicción, como anunció el anciano Simeón y como anuncia el evangelio: ante Jesucristo hay que decidirse, hay que tomar partido. Ante Jesucristo no caben medias tintas, no caben ambigüedades calculadas.

Estar “a favor” de Jesús es aceptar su Palabra tal como Él te la propone, sin discutirla, sin manipularla; sino aceptarla, aunque te resulte difícil, como una buena noticia de amor y de salvación. Lo hemos cantado en el Aleluya: mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen… corramos, con constancia, en la carrera que nos toca, renunciando a todo lo que nos estorba y al pecado que nos asedia… No os canséis ni perdáis el ánimo.

Estar “contra” Jesús no sólo es rechazarlo frontalmente, sino querer hacerte un evangelio a tu medida, manipulándolo para que se ajuste a tus intereses y no te complique la vida.

Jesús nos dice: He venido a prender fuego a la tierra y ¡cuánto deseo que ya esté ardiendo! Jesús ha venido a la tierra a traer el fuego del amor del Padre. El amor gratuito, fiel y generoso que nos ha mostrado Jesucristo.

Y esta es la gran decisión de tu vida: que te abras este amor de Dios, que te dejes amar por Él: porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado… y no habéis recibido un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino que habéis recibido un Espíritu de hijos de adopción, en el que clamamos: «¡Abba, Padre!». Ese mismo Espíritu da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios (cf. Rom 5, 5; 8, 15s).

Esta es la vida nueva que el Señor te regala. Esta es tu identidad más profunda: ¡eres hijo amado de Dios!

Si le abres tu corazón al Señor, vivirás la experiencia que hemos cantado en el Salmo: me levantó de la fosa fatal, de la charca fangosa, afianzó mis pies sobre roca…, me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios…

Por eso, ¡no tengas miedo! ¡Abre tu corazón al Señor! Deja que Jesucristo tome posesión de tu corazón! ¡Escucha Su voz! Acógela en tu corazón. ¡Decídete a seguir del todo al Maestro y proclámalo Señor de tu vida! ¡Vale la pena!

¡Ánimo! ¡No tengas miedo! Di con el salmista: Yo soy pobre, pero el Señor se cuida de mí. Pide el Espíritu Santo, que, con el don de fortaleza, te capacite para seguir fielmente a Jesús.

¡Feliz Domingo, feliz Eucaristía!

Yo abro brecha delante de vosotros (Cf. Miq 2, 12-13).

¡Ven Espíritu Santo! 🔥 (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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