Domingo, 1 de enero de 2023

Santa María, Madre de Dios

Lecturas:

Nm 6, 22-27. El Señor te bendiga y te proteja, y te conceda la paz.

Sal 66, 2-3.5-6.8. El Señor tenga piedad y nos bendiga.

Gál 4, 4-7. Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer.

Lc 2, 16-21. Encontraron a María y a José y al niño acostado en el pesebre.

Hoy es la octava de Navidad, y en ella encuentran resonancia la solemnidad de Santa María, Madre de Dios; el comienzo de un Año Nuevo; la Circuncisión e imposición del nombre de Jesús al Niño nacido en Belén; y la Jornada Mundial de la Paz.

La Palabra que el Señor nos regala hoy comienza con la antigua bendición que los sacerdotes impartían al pueblo de Israel, palabras que hemos cantado en el Salmo: Que Dios tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros.

Y con ella, la Palabra nos invita a vivir en la confianza: Dios te ama, y cuida de ti. Está contigo, camina contigo, ¡si le dejas, claro!

En un tiempo en el que tantas veces vivimos cansados, agobiados, estresados, la Palabra te invita a vivir la vida como una historia de amor y de salvación que Dios está haciendo contigo. Dios te ben-dice: habla bien de ti, te ama y no dejará de amarte nunca. Con esta bendición de Dios comenzamos este nuevo año.

Es una invitación a acoger a Jesús para poder vivir no como esclavos, sino como hijos. Una invitación a acoger el don del Espíritu que nos hace clamar «¡Abba! Padre» y, así poder vivir una relación de amor y de confianza con el Padre.

Dice el Catecismo (967s) que, por su total adhesión a la voluntad del Padre, a la obra redentora de su Hijo, a toda moción del Espíritu Santo, la Virgen María es para la Iglesia el modelo de la fe y de la caridad. Por eso es "miembro muy eminente y del todo singular de la Iglesia" (LG 53), incluso constituye "la figura" de la Iglesia (LG 63).

Pero su papel con relación a la Iglesia y a toda la humanidad va aún más lejos. "Colaboró de manera totalmente singular a la obra del Salvador por su fe, esperanza y ardiente amor, para restablecer la vida sobrenatural de los hombres. Por esta razón es nuestra madre en el orden de la gracia" (LG 61). Ahora, desde el cielo, continúa procurándonos con su múltiple intercesión los dones de la salvación eterna...

El Papa Francisco nos recuerda en el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz que nadie puede salvarse solo, que la mayor lección que nos deja en herencia el COVID-19 es la conciencia de que todos nos necesitamos; de que nuestro mayor tesoro, aunque también el más frágil, es la fraternidad humana, fundada en nuestra filiación divina común, y de que nadie puede salvarse solo. Por tanto, es urgente que busquemos y promovamos juntos los valores universales que trazan el camino de esta fraternidad humana.

Que el nuevo año que comenzamos sea un año lleno de bendiciones porque tenemos al Señor en el centro de nuestra vida y vivimos como hijos amados de Dios.

Yo abro brecha delante de vosotros
(Cf. Miq 2, 12-13).

       ¡Ven Espíritu Santo! 🔥 (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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