7 de Abril de 2021

Miércoles de la Octava de Pascua

Lecturas:

Hch 3, 1-10.  En nombre de Jesucristo Nazareno, echa a andar.

Sal 104, 1-9  La misericordia del Señor llena la tierra.

Lc 24, 13-35.  Mientras hablaban y se hacían preguntas, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos

El Evangelio de hoy nos invita a contemplar la hermosa historia de los discípulos de Emaús, que una preciosa catequesis para que nosotros aprendamos a creer que el Señor vive y está presente entre nosotros.

Los discípulos están decepcionados: tienen crisis de fe por el escándalo de la cruz. Caminan tristes, taciturnos, sin esperanza, pensando que todo ha fracasado con la muerte de Jesucristo en la Cruz.

Y es que todavía no se han encontrado con el Resucitado. Y, lógicamente, sólo el encuentro con el Resucitado puede dar sentido al escándalo de la cruz.

Y el Evangelio quiere ayudarnos a descubrir algunas cosas importantes:

No te puedes alejar de Jerusalén, es decir, de la Iglesia, de la comunidad cristiana. Y menos en los momentos de crisis. Es especialmente en la dificultad cuando más necesitas la cercanía de los hermanos. Dios no te ha creado para la soledad, sino para la relación, la comunión y la donación. No podemos tener a Dios por Padre si no tenemos a la Iglesia por Madre (S. Cipriano). Donde dos o tres están reunidos en mi nombre…

– ¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras? No estás solo. El Señor camina contigo. Está en medio de tu vida, de tu cruz, de tus sufrimientos. Si no lo ves, ¡llámalo! ¡Invócalo! Dile: Señor, ¡quiero verte! Pide el Espíritu Santo.

Lo habían reconocido al partir el pan. En la escucha confiada de la Palabra de Dios y en la Eucaristía se alimenta la Iglesia en su peregrinar hacia el cielo. El acoger confiadamente la Palabra te abre los ojos, para poder ver al Resucitado.

¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino? ¿Qué conversación hay hoy en tu corazón?

Si en ti vive el Resucitado y acoges el don de su Espíritu, vivirás como el hombre de la primera lectura: caminarás alabando a Dios.

Si no, ya sabes: ¡vuelve a Jerusalén!, ¡escucha la Palabra!, ¡invoca al Señor!, ¡vive la Eucaristía! Si crees, ¡verás la gloria de Dios!

En estos días de dificultad, el Señor te invita a orar con la Palabra: Recurrid al Señor y a su poder, buscad continuamente su rostro… El Señor es nuestro Dios, él gobierna toda la tierra!

¡Os daré un corazón nuevo!  (cf. Ez 36, 26).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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