22 de abril de 2022

Viernes de la Octava de Pascua

Lecturas:

Hch 4, 1-12.  Enseñaban al pueblo y anunciaban que la resurrección de los muertos se había realizado ya en Jesús.

Sal 117, 1-2.4.22-27.  La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.

Jn 21, 1-14.  Sabían muy bien que era el Señor.

En la primera lectura contemplamos como el anuncio del Evangelio va acompañado de la incomprensión y de la persecución. Jesucristo será siempre signo de contradicción. Pero esto no debe ser causa de miedo, sino de invocar con más fuerza al Espíritu Santo.


Así, Pedro, lleno de Espíritu Santo puede anunciar a los jefes del pueblo que Jesucristo es la piedra angular, que ningún otro puede salvarnos. Jesucristo es el único mediador entre Dios y los hombres (cf. Jn 10, 7, Jn 14, 6, 1 Tim 2, 5).

Tal vez ya has tenido la experiencia de querer construir tu existencia sin dejar que Jesucristo sea el Señor –el único Señor– de tu vida. La experiencia de querer salvarte sin Jesucristo. Es decir, de creer que te das la vida a ti mismo o que vas a encontrar la vida en los ídolos: en el dinero, en el éxito…

O tal vez hayas dejado entrar a Jesucristo en tu vida, pero sólo un poquito, por si acaso el ser discípulo te complica la vida.

¡No tengas miedo! Jesucristo no viene a quitarte nada, sino ¡a dártelo todo! Si crees, ¡verás la gloria de Dios!

Si dejas que tu vida la lleve el Señor, tendrás la misma experiencia del Evangelio: Pedro se fía del Señor, de su Palabra, y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red.

El “éxito” de tu vida no depende de tu esfuerzo, depende de que vivas la presencia del Resucitado en ti y acojas el don de su Espíritu y te dejes llevar por Él.

En este tiempo de dificultad el Señor te invita a orar con la Palabra: Dad gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterna su misericordia… Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente… Señor, danos la salvación; Señor, danos prosperidad.


A toda la tierra alcanza su pregón  (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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