15 de abril de 2022

Viernes Santo Ayuno y abstinencia

Lecturas:

Is 52, 13-53, 12.  Desfigurado, no parecía hombre ni tenía aspecto humano.

Sal 30, 2.6.12-17.25.  Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.

Heb 4, 14-16; 5, 7-9.  Experimentó la obediencia y se ha convertido en causa de salvación para todos los que obedecen.

Jn 18, 1-19, 42.  Está cumplido.

Continuamos celebrando el Misterio Pascual: misterio del amor de Dios. Hoy contemplamos a Jesucristo crucificado, el más bello de los hombres, en cuyos labios se derrama la gracia (cf. Sal 44, 3). Él es el centro de la liturgia de hoy

No es un día de luto. El color litúrgico es el rojo, color de mártires. Cristo Jesús, como Sumo Sacerdote en nombre de toda la humanidad, se ha entregado voluntariamente a la muerte para salvar a todos.

¿Qué nos dice hoy Jesucristo crucificado?

- Que Él es el que ha amado hasta dar la vida por sus amigos, e incluso por sus enemigos. Hasta ahí llega el amor de Dios. Nadie te ama como Él. Te invita a dejarte amar por Él.


- Que tus pecados están perdonados. Todos están clavados en la cruz y lavados con su sangre. Te invita a entregarle tus pecados y a acoger su perdón y su misericordia.

- Que ya estás salvado. La salvación no se gana, se acoge. Hay uno que ha pagado por ti. Te invita a dejar que Jesucristo sea Señor de tu vida.


- Que tomes tu cruz y entres en ella con el Señor. Si huyes de la cruz, acabarás huyendo de Jesucristo.

- Que seas Cireneo, que ayudas a llevar la cruz de los hermanos.

- Que como María, y las mujeres acompañes a Jesús hasta el final, con amor, con ternura, en silencio. Sin entender muchas veces, pero confiando.


- Te invita a darle gracias a Dios por tu cruz.

Nadie te ama como Él. No estás solo. Cristo vive.

El Señor te invita hoy a orar con la Palabra: A ti, Señor, me acojo: no quede yo nunca defraudado; tú, que eres justo, ponme a salvo. A tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás… yo confío en ti, Señor, te digo: «Tú eres mi Dios.» En tu mano están mis azares… Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, sálvame por tu misericordia. Sed fuertes y valientes de corazón, los que esperáis en el Señor… Acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente.

A toda la tierra alcanza su pregón  (cf. Sal 19, 5).

¡Ven Espíritu Santo! ? (cf. Lc 11, 13).

Homilias de D. Jorge Miró

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